En las últimas semanas China está sufriendo el mayor repunte de casos desde los primeros meses de la pandemia. Ómicron acaba de llegar a Asia y Oceanía y está causando importantes problemas, como lo hizo anteriormente en Europa y América.
China, como ya hizo a principios de 2020, ha vuelto a apostar por la estrategia covid cero, que busca frenar en seco la propagación del virus. Solo en el mes de marzo se han detectados más de 13.000 nuevos casos. La mayoría de los contagios registrados se están produciendo en la provincia de Jilin.
Según las cifras del gobierno chino se han infectado más de 122.000 personas desde que comenzó la pandemia, pero la Universidad John Hopkins calcula que los contagios reales serían 768.528, hasta seis veces más. Las cifras de muertos tampoco cuadran. Mientras China dice que han fallecido 4.636 personas desde el inicio de la pandemia, la universidad norteamericana habla del doble. Aun así, son cifras muy lejanas a las de otros países más pequeños.
Las regiones se blindan ante el avance de Ómicron
Jilin es la provincia china más afectada por la variante más contagiosa del coronavirus, por lo que ha adoptado medidas muy restrictivas. Desde el pasado lunes está prohibido salir de la región y ciudades como Changchun o la propia Jilin están confinadas total o parcialmente.
En la ciudad de Shenzen se han cancelado servicios de transporte público y los ciudadanos solo podrán moverse por sus vecindarios. Además, se va a realizar una campaña masiva de PCRs en las que se recogerán tres muestras de cada uno de los 17 millones de habitantes de la ciudad. En Shangai se han cerrado los colegios y los alumnos de primaria y secundaria están siguiendo las clases online, y en Hong Kong se contabilizan casi 3.000 muertos desde el 1 de marzo.
China cuenta con un 85% de su población vacunada con la pauta completa de CoronaVac.
