Rubén Amón indulta a Alfredo Pérez Rubalcaba. Se refiere al final de ETA. Puede que el día más dichoso de su vida. No porque fuera mérito suyo la rendición de la banda terrorista. Pero sí por la implicación en la causa. Por la psicosis de haber sido objetivo a exterminar. Y porque estaba en el lugar preciso en el momento concreto. Era él ministro de Interior cuando los verdugos de ETAaceptaron la derrota del estado de Derecho.
Se echa de menos a Rubalcaba en la política contemporánea, su cordura, su lucidez, pero la ausencia, al menos, le permite distanciarse del proceso de blanqueo que Unidas Podemos y su propio partido, el Socialista, le están concediendo a Bildu, sea por razones estratégicas o por necesidades aritméticas. No valen ni las unas ni las otras. Porque implican una traición a los caídos. Y a las víctimas vivas también. Que siguen siendo muchas.
Rubalcaba para los demás. Y Alfredo para los amigos, es el protagonista de la biografía y del ensayo que le ha dedicado el periodista Antonio Caño. "Un político de verdad", se titula el libro que ha publicado nuestro compañero. Y cuyo encabezamiento, por tanto, señala a los políticos de mentira.
Alfredo Rubalcaba murió en mayo de 2019,ya retirado de la política. Y reciclado como profesor universitario en la facultad de químicas de la Complutense. Regresaba a la vida civil. Y lo hacía contrariado por el rumbo del Partido Socialista, no digamos si hubiera asistido a la normalidad con que el PSOE homologa a Otegi.
¡Por eso urge mencionar otro pasaje de la declaración que hizo cuando ETA anunció su rendición. No es que sea clarividente. Es premonitorio de la manera en que trata de reescribirse la verdad, la historia y la justicia.
