Editorial de Elena Gijón

La inversión puede huir si se rompe el consenso constitucional. Esta es parte de la argumentación utilizada esta mañana por Mariano Rajoy para explicar un fenómeno que conocemos de sobra. Cuando el dinero se siente amenazado, cuando no se les ofrece seguridad jurídica, las inversiones huyen a territorios más propicios. Lo sabe hasta Unidos Podemos. Sólo así se explica su acelerada evolución ideológica hacia la moderación justo antes de las elecciones.

Pedro Sánchez ha dicho en Más de uno de vengarse de que Podemos le impidiera llegar a la Moncloa en las últimas elecciones. Claro que lo que está en juego es la propia supervivencia política de Sánchez. Y aquí entra en juego el segundo titular: "Estoy a disposición del partido pero no aspiro a perpetuarme". Él dice que no quiere eternizarse y sus compañeros de partido parece que tampoco quieren que lo haga.

La asamblea venezolana investigará si el gobierno de Hugo Chávez financió a Podemos. Sospechas tienen porque hay un documento oficial ordenando el pago de siete millones de euros a la fundación afín a la organización de Pablo Iglesias. Ya no son los malintencionados medios españoles los que quieren socavar a Podemos. Es que en Venezuela crecen las sospechas. Otra investigación avanza: la que está abierta en el Reino Unido sobre el asesinato de la diputada laborista.

Gibraltar es hoy más europeísta que nadie. No por convencimiento sino por la misma razón que siempre les mueve: el interés. El interés les lleva a defender esa posición anacrónica de colonia-paraíso fiscal que tan pingües beneficios les reporta. El interés les empuja a clamar por la permanencia para garantizarse mano de obra española cruzando la frontera cada día sin grandes dificultades en la frontera muy al contrario de lo que sucedería con el brexit. No quieren ser españoles, pero necesitan a España. El interés, siempre el interés.

El Brexit sigue sumando partidarios en el Reino Unido hora tras hora. Las advertencias internas y externas sobre los males del infierno que caerán sobre la Gran Bretaña no calan. David Cameron no calibró sus fuerzas cuando, convencido de que ganaría, convocó la consulta sobre la permanencia. Y ahora, el mal está hecho. Porque si los británicos se van, habrá daños económicos o incluso quien apueste también por marcharse. Si se quedan, porque se les han prometido tantas compensaciones, que es posible que el resto de socios pidan un trato semejante. Es un referendum envenenado.

Superada la prueba del único debate a cuatro de esta campaña, queda la impresión de que los partidos van por un camino y los votantes por otro. El mismo partido que ganó las anteriores elecciones parece que va a ganar estas. Pero el resto de las formaciones no están por la labor de dejarle gobernar. Los ciudadanos han preferido que no haya mayorías absolutas, que se pacte. Pero a nuestros políticos se les atraganta conjugar ese verbo. Los españoles, en fin, vamos a ir dos veces a las urnas para elegir un gobierno. Y ya veremos si esta vez sus señorías, como se comprometieron anoche, aceptan el resultado y con esos mimbres acuerdan un ejecutivo.

Hoy es día para apoyar a nuestra selección, para hablar de cuatro candidatos a presidente de Gobierno que esta noche, pretenden salir vencedores de un debate televisivo inédito. Pero, la matanza de Orlando ha entrado a cruentos empujones en la crónica de la actualidad. Daesh vuelve a mancharse las manos de la sangre de los que no se someten a su tiranía provocando un día más la vergúenza del Dios al que utilizan como excusa.

Los indecisos siempre son relevantes pero ahora más. Visto el panorama, ese tercio de votantes tiene en su mano encumbrar a unos y hundir a otros, propiciar mayorías o facilitar la gobernabilidad. Por eso esta campaña es vital para los partidos y por eso se han lanzado a la caza en redes sociales, medios de comunicación incluso puerta a puerta. Tienen quince días para el contacto directo en la confianza de que la última palabra no está dicha.

El pronóstico del CIS es que España, después del 26J, estará metida en el mismo galimatías. Ni el bloque de la derecha ni el de la izquierda suman una mayoría suficiente para gobernar. El único cambio es que Unidos Podemos se convierte en el segundo partido del país, 12 escaños por encima de los socialistas. A partir de ahí, de confirmarse, será el PSOE quien tenga que decidir si permite gobernar al partido más votado o si se pliega a lo que exija Pablo Iglesias.

Ahora que el PSOE y Podemos están en la pugna de a ver quien es más socialdemocráta, la vicepresidenta en funciones les hace una apreciación. Ha dicho Sáenz de Santamaría en Onda Cero que es precisamente la socialdemocracia la que más propicia los pactos en Europa. Quizá visto desde ese punto de vista ni a Pedro ni a Pablo les parezca ya una posición ideológica tan atractiva.