El pasado domingo Donald Trump, presidente de Estados Unidos, anunció que había ordenado reabrir la prisión de Alcatraz, la cual lleva 63 años sin actividad. Según explicó el mandatario estadounidense, se ha dirigido al Departamento de Justicia, al de Seguridad, a la Oficina de Prisiones y al FBI para que se inicien los trabajos para ampliar y reconstruir esta instalación.
Para ahondar más en este asunto, Rafa Latorre entrevista en 'La Brújula' al periodista y escritor Ángel Montero Lama, autor del libro 'Alcatraz, la prisión perfecta'.
"Es una prisión muy cinematográfica que está en una isla frente a San Francisco. Se construyó precisamente para dar escarmiento a los grandes delincuentes de la época", explica. "Hay una parte de leyenda que se manipuló en su momento, por lo que la prisión vivió un poco de eso y de la dureza que en los primeros años se experimentó allí".
Época de grandes atracadores
La prisión se construyó "porque era una época de corrupción. Era la época de la lucha del FBI contra los grandes atracadores". Según apunta Montero Lama, Alcatraz "fue una cárcel de segunda escala, pues salvo algún caso nunca fue un preso directo allí".
Había un aislamiento absoluto, cuenta el escritor. "Los internos prácticamente eran engullidos por la isla y no se volvía a saber de ellos", señala. "Hubo una serie de condicionantes muy importantes. `Por ejemplo, en los dos primeros años existió la ley del silencio, pues los internos no podían hablar, algo que desesperó a muchos y produjo los primeros intentos de fuga".
Según afirma Montero Lama, "la clave era el aislamiento, sentir que el mundo se había acabado para ti. Solo permitían una carta de la familia a la semana y una visita al mes". De hecho, "allí nadie se escapó. En la realidad hubo 14 intentos de fuga y nadie lo consiguió", pues o están muertos o no lo consiguieron.
