Todo o mucho gira hoy entorno al 8 de marzo, el día internacional de la Mujer, una jornada en la que más que celebrar, se reivindican cosas elementales y justas como la igualdad de derechos y de oportunidades para el 50% de la población.
El empeño debe ser a diario, pero hoy es una buena oportunidad para recordar a qué nos enfrentamos: la brecha salarial, los feminicidios, la violencia sexual, el reparto desigual de las tareas domésticas y los cuidados, el intento de coartar nuestros derechos sexuales y reproductivos. Hay muchos frentes abiertos como para distraerse en diferencias, ésas que celebran como un triunfo desde los sectores reaccionarios.
Es evidente que una causa que involucra a millones de personas, la mitad de la población, tiene que ser forzosamente una causa diversa, transversal y, sobre todo en este momento, intergeneracional. Madres e hijas difieren en este momento en algunas cuestiones delicadas. El peligro es que, perdidas en la discusión interna e intergeneracional, nos olvidemos de aquello que nos une.
Nadie tiene el monopolio del feminismo, pero será bueno que observemos atentamente qué caballo de Troya intenta entrar, armado de misoginia, para dividirnos.
Vamos a hacer balance de este 8-M, marcado por diferencias dentro del feminismo por la ley del sí es sí y por el debate sobre la abolición de la prostitución. ¿Qué es el feminismo hoy? La división con la que el patriarcado se frota las manos, ¿a qué obedece? ¿Hay algún caballo de Troya auspiciado por fuerzas reaccionarias o lo han propiciado las propias feministas?
Nos lo preguntaremos en el Gabinete con Arantxa Tirado, Javier Gállego y Angélica Rubio
