El incremento de los precios de las materias primas ha hecho que muchos productos vean modificada su producción para ahorrar costes. El ingenio se ha disparado para reducir costes. La reducción de costes se ha disparado en base al ingenio. Entre esas técnicas, una de las que se emplean es la conocida como 'cheapflación'.
Se trata de sustituir ingredientes de los productos alimenticios por otros similares pero más baratos. Es una estrategia para poder mantener la oferta sin que ello suponga un incremento en el precio ¿Es una práctica legal? Sí, siempre que el etiquetado sea fiel a la receta y refleje los ingredientes exactos que lleva el producto. En caso de ser un ingrediente principal o clave, no valdría solo con actualizar la lista de ingredientes, sino que habría que indicar esa sustitución ya sea a) muy cerca de la denominación del producto, y b) utilizando un tamaño con una altura de la x correspondiente al menos al 75 % de la altura de la x de la denominación del producto y no inferior al tamaño mínimo requerido en el artículo 13, apartado 2, del presente Reglamento.
El problema de esta práctica es que normalmente los ingredientes son cambiados por otros de menor calidad por lo que puede tener perjuicio para la salud. Por ejemplo, en el apartado de fiambres, puede bajar el porcentaje de carne y reemplazarlo con dextrosa, sal, agua, aromas, lo cual hace que sea menos interesante desde el punto de vista nutricional.
En el programa Sábado Clave de La Sexta, un ex trabajador de un supermercado explica esta práctica: "Lo que están haciendo es cambiar los ingredientes para camuflar el incremento de precio. Parece que el precio se mantiene o incrementa poco, pero realmente lo que se hace es reducir los costes reduciendo la calidad"
