Con la vehemencia que le caracteriza, el presidente del Barcelona fue rotundo en casi todas sus manifestaciones y en el fondo de la cuestión, en que el Barcelona, en ningún caso, cometió corrupción deportiva y nunca trató de influir en las decisiones arbitrales e incluso no considerada falto de ético la contratación de Enriquez Negreira. Traspasó todo el peso del vínculo profesional a su hijo y lo justificó con los innumerables Informes y vídeos que existían en el club de los últimos tiempos.
Y en ese discurso populista señaló de verdad lo que los barcelonistas quieren escuchar : que ahora si el gran rival, el gran enemigo, vuelve a ser el Real Madrid, pero no olvidemos que eran los dos presidentes actuales Florentino Pérez y Joan Laporta, los que marchaban de la mano por intereses comunes en los últimos tiempos.
Las cartas ya están boca arriba, y a partir de ahora falta por ver en qué va a influir de cara al futuro la vuelta a la relaciones tensas institucionalmente entre el conjunto capitalino y el Barcelona. Pero en este caso, a pesar de que los blancos se personen en el juicio, es un problema interno del conjunto catalán que debe resolver ante la justicia.
Es cierto, apunta Joan Laporta, que hay que darle tiempo a que se resuelva el juicio ya que se creen algunas de las cosas que todavía están “sub judice“ y por supuesto, respetar el principio de presunción de inocencia. Pero hay muchas nebulosas entremedias como el papel de la empresa del señor Contreras fallecido en diciembre y su intermediación por la que cobraba importantes comisiones. Y luego está la interpretación ética de la contratación del vicepresidente del comité técnico de Árbitros algo que a buen seguro no lo hubiera gustado el Barcelona, que hubiera hecho ningún otro equipo.
Y el otro gran enemigo Javier Tebas, un bombero pirómano, bautizado por Joan Laporta, es una clara muestra de que las diferencias con la liga de fútbol profesional son totales y que entienden que el papel del máximo mandatario ha perjudicado notablemente a la imagen del Barcelona y su incontinencia verbal provoca un sentir generalizado en contra del Barça.
Si aquí el Barcelona estaba incurriendo en ilícitos o cuando menos en presunciones de ilegalidad habrá que demostrarlo.
Quien haya querido verse satisfecho con las explicaciones a buen seguro que le habrán convencido que ya venía de predispuesto a que lo que dijera Laporta iban a ser cortinas de humo a buen seguro que habrán ratificado su impresión.
Laporta ha seguido el libreto que todos esperábamos, pero no ha podido aportar muchos datos que desvirtúen el desprestigio institucional que está sufriendo el Barcelona y que buen seguro arrastrará en los próximos tiempos. Solo una sentencia rotunda y firme en los tribunales y una ratificación de que el Barcelona obró quizás con poca ética pero no ilegalmente y que en ningún caso hubo compra de partidos, como así parece de las primeras indagaciones , compensará el enorme desgaste que está sufriendo el Barcelona en los últimos tiempos.
Desde luego Laporta ha vuelto abrir numerosos frentes y ante enemigos muy poderosos, imagino que habrá calibrado el peso de sus orientaciones, porque a partir de ahora las cartas están boca arriba y los rivales suelen jugar con muchos ases.