Sin complejos pero sin euforia, así encara el Barcelona el partido de vuelta de las semifinales de la Champions ante el PSG, líder de la liga francesa y verdugo del sempiterno campeón femenino, el Lyon. El empate a uno de la ida es un gran resultado pero debe servir a las de Lluis Cortés para saber que la eliminatoria entre los dos conjuntos está tan igualada que no cabe un segundo de relajación.
Ese gol de Jenni Hermoso en París vale oro pero debe hacerse bueno el domingo en un Johan Cruyff con 1.000 aficionados que llevarán en volandas a las suyas, pues en apenas media hora agotaron todas las entradas que el club pudo poner a la venta.
La Champions es el sueño del club y de una generación de jugadoras que llevan mucho tiempo trabajando y preparándose para estos momentos. Desde Melanie Serrano hasta Bruna Vilamala, pasando por las capitanas Vicky Losada y Alexia Putellas, el objetivo es claro: ganar la mejor competición femenina, ser las mejores, pero además con un estilo de juego muy definido y que no se discute, donde el balón es el protagonista.
Firmaron tablas en la ida (1-1)
En el partido de ida se vio ese duelo de estilos con un PSG mucho más físico, sacando provecho del balón parado, talón de Aquiles del Barça en París. Las azulgrana controlaron más el encuentro en los segundos 45 minutos, con una ocasión clarísima para Oshoala y un penalti no pitado, más claro aún por manos de Irene Paredesdentro del área, que pudieron dar la victoria a las pupilas de Lluis Cortés que cuenta con una buena noticia para el domingo: la vuelta de Patri Guijarro, sancionada en el partido de ida.
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La segunda final en la historia del Barça femenino está cerca, pero no está hecho. En frente la jerarquía de Irene Paredes, el muro de Endler, la inteligencia de Formiga y Dabritz y la velocidad de Baltimore y Katoto, un súper equipo que dará mucho más prestigio a la gesta del Barcelona.
