Ahí siguen, sí. La reunión de ayer terminó pasadas las once de la noche. La próxima la mantendrán el domingo. Ojo, los jefes de gobierno de todos los países de la Unión, no sólo los de los países del euro. Cumbre de veintiocho gobiernos, que significa que ahí se puede hablar no tanto del nuevo préstamo a Grecia sino de la salida de este país del euro y quién sabe si de la Unión Europea.
La impresión que transmitieron anoche Merkel y los otros jefes de gobierno es que este asunto se tiene que acabar ya. Por las buenas o por las bravas, el domingo se termina el serial. Y en el ánimo de los gobiernos del euro lo que hoy pesa más es el hartazgo y la pérdida de confianza. Lo que les pide el cuerpo es invitar al gobierno griego a coger la puerta.
Quienes dicen que Rajoy, o Luis de Guindos, son el sector duro de la zona euro es porque no conocen a Dalia Gry-baus-kaite. La lituana. Magnolia de acero la llaman. Una presidenta con genio a la que aquí tenemos poco vista y que se parece poco a los demás jefes de gobierno. Primero, porque no tiene partido político. Es conservadora pero no milita. Segundo, porque habiendo estudiado diplomacia rehuye las declaraciones pasteleras. Ella expresó con más crudeza que ninguno de sus colegas el cansancio europeo. “Con el gobierno griego”, dijo ayer, “siempre es mañana”.
Todo lo dejan para mañana. Echaba humo la lituana porque el nuevo ministro griego, Tsakalotos, se había presentado en el eurogrupo sin una sola idea nueva. Mañana, otra vez mañana. Merkel, a su lado, es un casco azul de la ONU. Magnolia nació y creció en la Lituania soviética, pasó una larga temporada en Estados Unidos y regresó a su país a arrimar el hombro contra una feroz crisis económica. Lituania es, de hecho, el recién llegado al euro: ingresó en enero. Y lo hizo cumpliendo todos los requisitos que se exigen y pudiendo presentar unas cuentas públicas equilibradas. A la lituana le va a decir Tsipras lo que es la democracia, la crisis y los esfuerzos.
El gobierno griego, respaldado por la sociedad que ha votado “no” en el referéndum creyendo que aquí no iba a pasar nada grave, tiene como fecha tope hoy para pedir el tercer rescate y plantear sus condiciones. Merkel dijo anoche tres cosas: que no habrá quita, que la única forma de que haya más préstamo a Grecia es que acepte las reformas que se le exigen y que el gobierno griego sabrá lo que quiere hacer, pero que es él a quien le corresponde explicar hoy cómo pretende seguir en el euro. Por parte del euro, todo está ya dicho. No queremos que Grecia que se vaya, pero hasta aquí hemos llegado. Para reforzar esta idea de que veintisiete gobiernos se han cansado del gobierno número veintiocho Juncker contó anoche que tienen diseñados tres escenarios: el de la permanencia de Grecia en el euro si se gana la confianza de los socios; el de la salida del euro, el Grexit; y el de la ayuda humanitaria al pueblo griego si la quiebra del país se produce y hay que garantizar el suministro de productos básicos y medicamentos.
Éste es el nuevo clima.
Tsipras arriesgó y ganó su referéndum. Pero los demás gobiernos han puesto pie en pared porque no van a permitir que los toreen. “Por nosotros que siga siendo mañana siempre”, dijo la lituana. Que significa que quien debería tener presente que en su país hay un corralito y no pueden abrir los bancos es el responsable del gobierno de ese país, señor Tsipras.
La batalla más dura que se ha librado en la última semana es la de la opinión pública europea. Hasta hace diez días, en los países del sur, parecían tener más predicamento los argumentos de Syriza: el sufrimiento del pueblo griego, la dignidad, la democracia, y el chantaje de la troika al servicio de los superpoderes financieros. Pero en los últimos días han ido ganando terreno los argumentos de la otra parte: que las sociedades de los otros 18 países euro también son democráticas y están representadas por sus parlamentos y sus gobiernos; que Grecia lleva cinco años con respiración financiera asistida que sufragan los contribuyentes de los otros dieciocho países y que lo mínimo que esperan quienes sostienen económicamente a Grecia es un poco de respeto. Ha calado la idea de que si el nuevo rescate se sometiera a referéndum en estos otros países que prestan, probablemente no habría préstamo. Y empieza a calar también la hipótesis de que Tsipras siempre haya buscado, en realidad, sacar a su país del euro pero sin aparecer como responsable, por si acaso fuera de la moneda única no sólo no termina la agonía griega sino que aumenta.
En la Casa Blanca deben de estar a cuadros. De nuevo hizo saber ayer Obama que espera que la zona euro atienda las sugerencias griegas y de nuevo se ha encontrado con una sonora indiferencia. Por la vía de darse por enterados, los jefes de gobierno europeos le están sugiriendo a Obama primero que se meta en sus cosas y, segundo, que si tanto interés tiene en resolver crisis financieras, empiece por Puerto Rico, la Grecia de América. Arregla primero lo tuyo, fix it Barack, y luego ven a dar lecciones. Que la crisis financierra empezó con Lehman Brothers.
Para sorpresas políticas en España no ganamos. Tania Sánchez irá en la lista de Pablo Iglesias. Qué me dices. Quién lo habría pensado. No, punto. No vamos a entrar en Podemos. Punto.
Los demás no, pero ella sí. En febrero no se iba de IU a Podemos pero en julio las cosas son distintas. Sí, punto, voy en la lista de Podemos. Punto. Junto con Gómez Benítez, el vocal del Poder Judicial que ejerció de enviado de Zapatero en la negociación con ETA. Y sin rastro del sector crítico. Ni de Garzón.
Alberto Garzón, líder de IU y hermano de la orden mendicante, ha rechazado la oferta de su amigo Pablo Iglesias --con amigos así para qué quieres a Llamazares— de incorporarse como fichaje a su lista de prediputados. Que es una forma de desdeñar, de nuevo, las posibilidades futuras de IU diciéndole a Garzón: ¡Abandona ese barco, amigo Alberto, que ya está hundido! Garzón, que ya fue víctima de la escena del sofá en la que Iglesias, en plan rey de la selva, le perdonó la vida al ratoncito, ha declinado amablemente la invitación alegando que la unidad de la izquierda no se construye así. Hombre, ya, pero quién ha dicho que Iglesias busque la unidad de la izquierda. Lo que busca es apuntillar a Cayo Lara y su club de cenizos aferrados a su bandera roja (así los ve él). Y a Garzón hay que reconocerle su nueva condición de arrepentido y mártir, camino del desierto e intentando mantenerse digno. No, punto. No va a entrar en Podemos, punto. Ni siquiera está claro que logre entrar de nuevo en el Congreso de los Diputados.