OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Gobierno a navajazos"

Carlos Alsina reflexiona en Más de uno sobre el aumento de restricciones de las comunidades, sobre la postura del Gobierno respecto a la necesidad de un confinamiento domiciliario y sobre los encontronazos de los partidos del Gobierno.

Carlos Alsina

Madrid | 14.01.2021 08:30

Entonces la prioridad es que se restablezca cuanto antes la plena movilidad en la España interior tras el paso de Filomena, ¿o la prioridad es que se reduzca al mínimo la movilidad en toda España para atajar la epidemia?

¿Nos movemos o nos quedamos quietos?

Seis días después de que Filomena empezara a descargar nieve, el aeropuerto de Barajas sigue funcionando a medio gas, cientos de carreteras mantienen limitaciones al tráfico y en el centro de muchas ciudades se mantienen intransitables las calles. El ministro de Sanidad dijo anteayer que, desde el punto de vista de la pandemia, nos ha venido bien Filomena. Debe de ser porque no ha visto la saturación del metro madrileño, o la complicación que empieza a ser para las urgencias de los hospitales tener que atender, a la vez, más lesionados que nunca con más contagiados que nunca.

Todos los datos relativos al coronavirus no sólo son malos, son bastante peores que lo que preveían (en el peor de los escenarios) los modelos matemáticos.

Como ayer dijo la pre ministra de Sanidad, Carolina Darias, los indicadores son todos malos. En una semana hemos pasado de una incidencia acumulada de 320 casos por cien mil a casi quinientos. Extremadura sigue empeorando (por encima ya de los mil cien) y Murcia escala al segundo peor puesto con un acelerón de contagios que llevó al presidente autonómico a prohibir todas las reuniones sociales.

Traducido: que lo único que no se prohíbe en Murcia es que las familias sigan conviviendo.

Los gobiernos autonómicos están todos en la misma dinámica: ir aumentando las restricciones hasta agotar todo el margen que tienen. Se amplían toques de queda, se recorta el horario de los comercios, se reduce el numero de personas que pueden juntarse, se confina perimetralmente todo lo que quedaba por confinar... y aun así, no tienen la seguridad de que nada de todo eso vaya a frenar esta nueva arremetida.

El gobierno central reitera que en ningún caso se va a proceder al confinamiento total, bien es verdad que hace tiempo que abandonó el estribillo aquel de que ‘era lo que recomendaba la ciencia’ porque no parece que haya muchos científicos ahora mismo recomendándole al gobierno que no confine. El motivo para no confinar no es científico, ni sanitario: es evitar más deterioro de nuestra situación económica. Lo que pasa es que no hay ministro que se atreva a decirlo en esos términos porque sería acusado de anteponer la economía a la salud.

Illa, por cierto, el Salvador, va a seguir de ministro. Éste es otro asunto interesante. El esfuerzo que hace cada día la vicepresidenta Carmen Calvo para explicarnos que es legal que Illa siga siendo ministro. ¡Legal! Hasta ahí podíamos llegar, vicepresidenta. Nadie ha hablado de ilegalidad. Aquí lo que se discute es si un ministro no debería tener dedicación completa, dado que este nuevo cargo al que ahora aspira (diputado en el Parlamento catalán y si le salen los números, presidente autonómico) nada tiene que ver con sus actuales ocupaciones.

Va a estar hasta el último momento que le corresponda. ¿Qué momento es ése? Si nos ponemos estupendos con la legalidad, vicepresidenta, no hay último momento: el ministro puede hacer la campaña siendo ministro. Es más: idea que hago llegar a la vicepresidenta Calvo, Illa puede ser diputado autonómico en el Parlament (que es a lo que se presenta) y seguir siendo ministro, ¿qué le parece? Es legal. Si no consigue que lo invistan president, que siga de ministro.

Bien sabe la señora Calvo qué es lo que se discute, la utilización del gobierno central como músculo, altavoz, aparato de campaña al servicio de un ministro que prefiere ser diputado en el Parlament a seguir siendo ministro. Y qué quiere que le diga, si el ministro ha perdido interés por ser ministro y ahora sus aspiraciones están en ser otra cosa, igual es mejor que deje el sillón a otro (u otra) que tenga más ganas de ejercer el puesto. Porque él de lo que tiene ahora ganas es de ser presidente autonómico.

Va a ser más práctico que los dos gobiernos que cohabitan la Moncloa, el grande, que es el de Sánchez, y el minigobierno, que es el de Iglesias, nos digan en qué asuntos sí tienen la misma postura y así acabamos antes. Porque la lista de grescas, zancadillas y navajazos sobre cuestiones diversas empieza a ser interminable.

Sólo ayer, tres encontronazos entre estos socios tan leales que iban a hablar con una sola voz y todo aquello.

Primero, la cosa eléctrica. Los de Iglesias lamentando que esto no lo lleven ellos, porque si de ellos dependiera ya habían nacionalizado Endesa. Nada como crear una empresa pública para resolver todos los problemas. ¿Qué problema?, dirá usted, si la otra parte del gobierno mantiene que el precio de la luz puede subir unos días, pero que luego baja y la media del año sale buena.

A la vicepresidenta energética, Teresa Ribera, no le está agradando que Iglesias le toque las narices con este tema. Igual por eso decidió explicárselo ayer en inglés en lugar de en español. Como sabe del gusto del vicepresidente por la lengua original de Juego de Tronos...

Ahí está, como en inglés se entienden mejor los mensajes eléctricos, y aprovechando que ayer la señora Ribera hablaba para los inversores internacionales, dejó dicho que esto de montar una empresa pública de electricidad... como que no.

‘Algunas de las propuestas de nuestros socios como crear una empresa publica de electricidad no son buena idea. Están equivocados’. Que es como en inglés se dice ‘Pablo, que no te enteras’. No me diga que no es tranquilizador para un inversor extranjero que está mirando a ver cómo anda España saber que el gobierno Sánchez opina que el minigobierno Iglesias no sabe de lo que habla en materia energética. O que el gobierno Sánchez sostiene que el minigobierno Iglesias intenta erosionar la monarquía parlamentaria mientras el minigobierno opina que el gobierno en esto es derechista y protector de privilegios.

Ha fracasado, de nuevo, el intento morado de montar una comisión de investigación parlamentaria sobre el rey Juan Carlos. Ayer le preguntamos aquí a la ministra Robles, que reiteró el criterio del grupo socialista: no le compete al Parlamento hacer una investigación sobre el anterior jefe del Estado porque para eso ya está la fiscalía y el Supremo. Lo que pasa es que la ministra añadió que hay quien pretende, bajo la coartada de investigar al rey de antes, erosionar al rey de ahora.

Esto es lo que irritó a la infantería de Podemos, que saliera la ministra a destapar lo que ella entiende que es el doble juego. Y una secretaria de Estado, de nombre Belarra, escribió en su tuit oficial, es decir, como secretaria de Estado, que la ministra protege los privilegios y se alinea con la derecha y los ultras. Navajazo va, navajazo viene. No es cualquier cosa, eh: una subordinada de Pablo Iglesias acusando a una ministra de hacerle el juego a los ultras. Qué buen ambiente hay en este gobierno. A lo que respondió Robles cuando le preguntaron (esto también es interesante) sugiriendo que en la vicepresidencia segunda del gobierno en lugar de trabajar se tuitea.

Que es la manera de decir, no en inglés sino en español, que se ganen el sueldo en lugar de andar enredando.