Jorge Bustos ha escrito lo que no esperaban de él quizás los que no le conocen, ya que suele disfrazar su humanidad con una escritura erudita, muy afilada.
Casi es un libro de un viaje más íntimo. Casi es un acrónimo, es como le llaman al centro de acogida de San Isidro. Bustos, que se dedica al periodismo político y ocasionalmente escribe de literatura o de fútbol, nunca esperó escribir un libro como este de periodismo social.
El origen de este libro parte de una "situación geográfica" cuando el autor tras mudarse a su nuevo piso comienza tropezarse con personas sin hogar que acuden a un centro a 900 metros de su casa. Un lugar donde cada día "centenares de personas de 90 nacionalidades diferentes duermen, comen y sobreviven". Admite que su primera reacción fue: "¿dónde me he mudado?". Aunque esa repulsa, dio paso a la vergüenza de sí mismo y por último, al interés periodístico. Ese fue el momento en el que se empezó a preguntar qué podía aprender él "acercándose a las vidas de las personas de las que nadie habla".
Sostiene que es el colectivo menos reivindicado "porque no tiene retorno en términos de lucro político". Durante todo un año investigó la red de asistencia que sostiene a estas personas y a los trabajadores sociales que él define como "héroes de la asistencia". Su propósito era contarlo sin sentimentalismo.
Considera que "se le ha concedido a la izquierda el patrimonio de los buenos sentimientos de los cuidados" y reivindica que "nadie tiene el monopolio de los buenos sentimientos, nadie tiene el patrimonio de la bondad".
Sostiene que las personas que atraviesan traumas demasiado profundos pierden la capacidad de comunicarlos. "Muchas de las personas sin hogar viven en un estado de reclusión verbal", añade. No obstante, cuenta que a medida que iban tomando confianza con él se iban abriendo más con sus historias.
