Los butroneros son ladrones especializados en acceder a su teatro de operaciones –el lugar del robo, en el que está el botín– mediante un agujero o butrón. El primer gran butronero fue Albert Spaggiari. En 1976 llegó hasta la cámara acorazada de la Societe General de Niza y reventó 4.000 cajas de seguridad: se llevó 18 millones de dólares y dejó una pintada que ha pasado a la historia como el mantra de los butroneros: sin odio, sin violencia, sin armas…
En España hubo un gran butronero del que hemos hablado aquí varias veces: Ángel Suárez Flores, Cásper, cerebro del butrón de Yecla, en el que se llevó más de cinco millones de euros. Ahora está en prisión por delitos más violentos: secuestros, lesiones… Y una buena parte de los que integraban su banda de butroneros han muerto violentamente: Iván Llorente Liébana o Juan Miguel Ortega fueron asesinados y nada se sabe de los autores de sus muertes. Poco romanticismo queda en la banda de Cásper, desde luego.
En la operación Joy Universo se detuvo a, probablemente, los diez mejores butroneros de España. Entre todos sumaban 112 detenciones, es decir, gente multireincidente, acostumbrados a caer una y otra vez y a conseguir no pasar ni una semana seguida en prisión. La operación, coordinada por el grupo de robos de la UDEV Central y el de tráfico ilícito de vehículos de la UDYCO Central, fue complejísima: en ella participaron siete brigadas de otras tantas provincias distintas, una comisaría local… Y lo que es más importante: la policía logró imputar a los detenidos 39 robos en distintas provincias.
La banda está acusada de 39 delitos distintos y de cada uno de esos delitos entiende un juzgado diferente. Y en todos los casos, menos uno, se trata de robos con fuerza, un delito que acarrea penas que no superan los cuatro años y que nunca supone el ingreso en prisión preventiva. Por tanto, individualmente, aisladamente, cada uno de estos robos nunca implica la entrada en la cárcel.
Tal y como pidió la fiscalía, la policía presentó al juez una diligencia de informe en la que se explicaba que la banda había cometido esos 39 robos… Pero no sirvió de nada: tres jueces decretaron la puesta en libertad de los detenidos, con la consiguiente frustración y cabreo, no solo de los policías que llevaban más de medio año investigando a este grupo, sino de las víctimas, especialmente los joyeros, que se cercioran de la impunidad de la que disfrutan estos delincuentes.
No vamos a aburrir a los oyentes con una retahíla de indicios, pero te cuento unos cuantos que son hasta chuscos: en uno de los robos que se les imputan se llevaron varios sofás de piel. Pues bien, en una foto de Facebook de uno de los detenidos está sentado en uno de los sofás robados. La policía recuperó a los detenidos hasta cinco coches de alta gama robados, la ropa que empleaban para hacerse pasar por empleados de telefónica, más de cien mil pilas robadas en un almacén, mil kilos de pienso sustraídos en otro almacén, inhibidores de frecuencia para desactivar alarmas…
¿Qué se podría hacer para evitar estas libertades exprés? Desde hace tiempo, la policía ha pedido una fiscalía especial contar el crimen organizado. De esta manera, un fiscal podría entender, hacerse cargo, de todos los delitos de un grupo como éste, evitando que el caso se diluyese en juzgados de toda España. En cualquier caso, la policía está muy acostumbrada a que les pasen cosas así: nos contaba uno de los responsables de la operación que una de las últimas veces que detuvieron a uno de los que volvieron a caer esta vez fue en Bilbao. Lo llevaron ante el juez y ellos fueron a despedirse de sus compañeros de la brigada local antes de regresar a Madrid… Pues el malo llegó a su casa de Madrid antes que ellos. Así de rápido le soltaron.
Hemos oído la semana pasada hablar del Piojo, del Taca… Son dos de los detenidos en la operación y, por lo visto, en otras muchas…
Raúl Gil Castañares, El Taca, y Jonathan Moñiz Alcaide, El Piojo, son los dos ladrones más importantes detenidos en esta operación y, probablemente, se encuentran entre los mejores delincuentes del país. Aunque trabajan juntos con mucha frecuencia, porque les unen intereses comunes, poco tienen que ver el uno con el otro.
Raúl Gil Castañares cumple mañana mismo 35 años. Ha sido detenido 27 veces. Se le conoce como El Taca, porque es bastante agarrado, muy tacaño. Tenía una empresa de construcción y decidió hace unos años que era mucho más rentable poner sus conocimientos al servicio del crimen. Y se recicla continuamente: regularmente se apunta a cursos de cerrajería en las mejores empresas. Su especialidad es el oxicorte, una especie de soplete, capaz de perforar casi cualquier cámara acorazada o caja fuerte porque se calienta hasta los 1.000 grados.
Es un verdadero profesional, que se paga sus cursos de formación y un hombre de familia, que pasa gran parte de su tiempo con su mujer y sus hijos en el chalé de 300 metros con piscina en el que vive enclaustrado de lunes a viernes. Nada de juergas ni de puticlubs, a los que son muy aficionados otros personajes de su mismo gremio. Los fines de semana es cuando sale a trabajar con quien le haya contratado. El Taca es un freelance del crimen: es contratado por distintas bandas, que le pagan una comisión que suele rondar el 25 o el 30 por ciento del botín obtenido en el golpe. Él solo va a abrir las cajas fuertes, no suele participar en las fases preparatorias de los golpes.
Esas ganancias, esas comisiones, las invierte sobre todo en bienes inmuebles. Ya he contado que vive en un chalé enorme en el sur de Madrid, pero El Taca tiene casas en Segovia y en Málaga. Y, además, su mujer se dedica a importar relojes y joyas Bulgari falsas desde China para venderlas aquí. Un salto cualitativo importante que han dado estos delincuentes es que ahora cuentan con buenos abogados y asesores. De hecho, la policía ha comenzado también a realizar sobre ellos investigaciones patrimoniales para tratar de demostrar cómo blanquean el dinero que obtienen con sus robos.
El Piojo se llama Jonathan Moñiz Alcaide y es un delincuente completamente distinto al Taca. Tiene 27 años, ha sido detenido 20 veces y se forjó como ladrón en el mundo de los aluniceros. Es un consumado ladrón de coches y un conductor extraordinario, capaz de dar esquinazo a casi cualquier patrulla de policía que le persiga. Le pierden los coches de lujo: hace unos meses se llevó 19 en un concesionario del barrio de Fuencarral y en septiembre robó en Zaragoza cuatro Infinitys. Precisamente, ese es uno de los golpes que dio pie a esta operación policial. El Piojo trabajaba habitualmente con su hermano Iván, una montaña de músculos, capaz de sacar a un representante de joyería por la ventanilla de su coche y llevarse 60.000 euros en joyas, y con Aarón Tendero López, que logró escapar de esta operación policial. Y vive protegido en una especie de Fort Apache.
El Piojo es un quinqui muy unido a su madre. Toda la familia vive en un poblado llamado El Ventorro, un lugar al que es prácticamente imposible acceder. Allí, la banda tenía una nave, un almacén de seguridad, en el que guardaban todos los objetos a los que tardaban en dar salida. De hecho, cuando la policía desencadenó la operación para realizar las detenciones hubo que cerrar el poblado. Y esta vez El Piojo fue sorprendido a las seis de la mañana en su cama, porque en operaciones anteriores había logrado esconderse bajo una alcantarilla o en un falso techo que tenía en su casa.
Los componentes de esta banda tienen un modus operandi casi infalible. En primer lugar, estudiaban minuciosamente el lugar en el que iban a robar. De hecho, se vestían como empleados de Telefónica y entraban en los comercios para comprobar cómo estaban situadas las cámaras y el tipo de alarma con el que contaba el local. Otras veces, como en una joyería de Valencia, incluso hacen compras por valor de 100 o 200 euros para ver con todo detalle el lugar, Después, vigilaban los horarios de apertura y cierre, la llegada del persona. Esta parte del trabajo la hacán los hombres de El Piojo o él mismo. Solo al final llegaba El Taca…
El final, claro, es la parte en la que se abren las cajas fuertes… Al negocio elegido siempre se accedía desde un local contiguo, desde el que hacen el butrón. Desactivan las alarmas con los inhibidores que llevan y acceden a las cajas fuertes: en un máximo de quince minutos, El Taca revienta la caja y la vacía. Y la huida es cosa de El Piojo y su pericia al volante… Si encuentran una patrulla a su paso, no dudan en arrollarla si hace falta.
Buscan lugares en los que haya mucho dinero en efectivo o joyas. De hecho, las joyerías son sus lugares preferidos: a la banda se les imputa butrones en Getafe, Valencia, Santander y Cantabria. Pero no desperdician otros lugares donde saben que va a haber mucho dinero, como las administraciones de lotería, empresas inmobiliarias o en naves industriales que cuenten con cajas fuertes, aunque no le hacen ascos a casi nada, son verdaderos depredadores.
Ya te he contado al principio que durante los registros, la policía encontró, por ejemplo, mil kilos de pienso que se llevaron de un almacén de Navalcarnero o 100.000 pilas… Entre los 39 robos que se les imputan hay botines de lo más variados: sofás de piel, máquinas taladradoras y hasta monedas del siglo I antes de cristo de un valor incalculable.
Se las llevaron de una vivienda particular. La historia es apasionante: en abril de 2012, los ladrones abrieron un agujero desde la azotea del edifico en el que vivía el coleccionista. Se metieron en su casa, reventaron un armario y la caja fuerte y se llevaron una colección de relojes de lujo Patek Philipe y Rolex y 867 monedas íberas, lusitanas y cántabras de más de 21 siglos. Alguna de las piezas era única en el mundo y se calcula que la colección completa podía costar unos 600.000 euros.
El pasado mes de diciembre, gran parte de esas monedas iba a ser vendidas en una casa de subastas de Barcelona, hasta donde las había llevado el propietario de un establecimiento de compraventa de oro del centro de Madrid. Al dueño de la casa de subastas le parecieron sospechosas y comprobó que esas monedas habían sido sustraídas. Avisó a la policía, que detuvo a quien las había llevado a la casa de subastas, pero éste, naturalmente, no dijo ni una palabra sobre la identidad de los vendedores.
El Taca guardaba en su casa cuatro de estas monedas y, desde luego, la limpieza y la eficacia del robo en casa del coleccionista llevaban su sello. Aunque el hecho de que la banda comience a dar palos en pisos es algo excepcional y, desde luego, muy inquietante, porque hace pensar que el grupo cuenta con información privilegiada.
El Taca y el Piojo no entran en cualquier casa. En la casa del coleccionista fueron directamente a por las monedas y los relojes. Sabían bien lo que había, probablemente porque semanas antes del robo, el dueño de las monedas había hecho una pequeña reforma en la casa. Es decir, la banda recibe información de las casas en las que va a haber un buen botín. La sospecha es que incluso tengan colaboradores en empresas de seguridad, de alarmas…
Durante la investigación, la policía ha comprobado como algunos de los detenidos llamaban a las centrales de alarmas y desactivaban ellos mismos las alarmas facilitando las claves. Y las claves solo pueden salir de las víctimas de los robos o de las propias empresas. Así que la policía cree que El Piojo, El Taca y los suyos han empezado a corromper a empleados de estas compañías de seguridad. Muy pronto sabremos más, porque no creo que nadie tenga dudas de lo que en estos momentos están preparando todos estos cacos, aprovechando sus libertades expres…