La llamativa imagen de distancia en la cumbre de Macron con Putin tenía un motivo. El mandatario francés, Emmanuel Macron, no quiso someterse a la prueba PCR que le pedían el Kremlim, antes de verse con su homólogo ruso, por miedo a que los rusos se quedasen con su ADN.
De este modo, se impuso una gran distancia entre ambos para mantener la distancia de seguridad y evitar posibles contagios por coronavirus. Fuentes del Elíseo indicaron que "las condiciones protocolarias que hubieran permitido una reunión con los dos jefes de Estado con una distancia menor (...) no eran ni aceptables ni compatibles con los problemas de agenda" del líder francés.
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Las fuentes francesas se negaron a confirmar si, como indican algunos medios, la negativa de Macron responde a su deseo de que Rusia no tuviera su ADN. Esos medios apuntan a que el presidente francés se sometió a una PCR antes de partir en Rusia y a una prueba de antígenos una vez en ese país, aunque en ambos casos efectuadas por sanitarios franceses.