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El Seprona concluye que las obras acometidas por la CARM en la balsa Jenny multiplican la contaminación

Las obras que la CARM encargó a Ferrovial por importe de 815.000 euros no se corresponden con lo ordenado por el juez. El Seprona cocluye que "van a provocar un aumento muy importante de la cantidad de agua de escorrentía que se va a infiltrar y va a entrar en contacto con los residuos peligrosos de la balsa Jenny". La Guardia Civil habla de riesgo inadmisible para la salud de la población y se refiere a la parcela de la balsa Jenny como "vertedero de residuos peligrosos"

Rosa Roda

Murcia | 02.12.2022 10:54

Entrevista al investigador José Matías Peñas

Un informe del Seprona de la Guardia Civil certifica que las sobras acometidas por la Comunidad Autónoma en la balsa Jenny no impiden que las escorrentías y lixiviaciones alcancen poblaciones cercanas, cultivos próximos y las ramblas de Mendoza y de Ponce, cuyo destino final es el Mar Menor.

Al contrario, según el informe del Seprona remitido al juez el pasado 22 de octubre, las obra acometidas por la Consejería de Agricultura, Agua y Medio Ambiente, por importe de 815.000 euros, van a provocar un aumento muy importante de la cantidad de agua de escorrentía que se va a infiltrar a través de estos filtros y va a entrar en contacto con los residuos peligros de la balsa Jenny situados a un metro de profundidad dado que "no se ha realizado una barrera reactiva permeable por lo que es de esperar que se sigan produciendo flujos de lixiviados subsuperficales que podrían continuar provocando un daño ambiental”. Sobre la base de la guía para la rehabilitación de instalaciones abandonadas de residuos mineros” del ministerio para la Transición Ecológica, NO SE HA REALIZADO UNA BARRERA REACTIVA en el tramo Norte del perímetro de la parcela.

Por este motivo, concluye el Seprona, es de esperar que se sigan produciendo flujos de lixiviados subsuperficales que continuaran provocando un daño ambiental concretizado en:

  • Contaminación de las aguas superficiales que vierten a la Rambla de Ponce que desemboca en el Mar Menor.
  • Contaminación de las masas de agua subterráneas, ya que los lixiviados seguirán discurriendo en el sentido de la línea de máxima pendiente en dirección al Mar Menor, afectando al acuífero de Cuaternario del Campo de Cartagena.
  • En los periodos secos podría continuar la formación de “sales metálicas o eflorescencias salinas”, nuevas sustancias químicas toxicas y peligrosas, que podrían ser erosionadas por la acción del viento contaminando el aire ambiente que respiran los vecinos de El Llano del Beal y El Estrecho de San Ginés.
  • En ese caso, la deposición de las partículas erosionadas continuará contaminando los lugares en los que se depositen (suelos, mobiliario urbano, viviendas etc.) tal como se ha hecho constar en nuestras diligencias 2022-100588-00039 sobre contaminación de suelos agrícolas
Agentes del Seprona tomando muestras en balsa Jenny
Agentes del Seprona tomando muestras en balsa Jenny | Onda Cero

El pasado mes de abril, el titular del Juzgado número 4 de Cartagena, dio veinte días a la Comunidad Autónoma para que ejecutarse de inmediato un sistema de filtro activo de CARBONATO CALCICO, que actuase a modo de barrera reactiva en el perímetro de la “balsa Jenny, siguiendo para ello las recomendaciones contenidas en la “guía para la rehabilitación de instalaciones abandonadas de residuos mineros” del ministerio para la Transición Ecológica, fechado en 2019 y con referencias expresas a la zona minera de Cartagena y La Unión. Así mismo, el juez ordenó a la Dirección General de Medio Natural de la CARM la instalación de una una valla perimetral en la “Balsa Jenny” que impidiera el acceso de personas y fauna al interior del depósito al representar un peligro notable.

Los agentes del Seprona han comprobado que las obras encargadas por la Consejería de Agricultura, Agua y Medio Ambiente a la empresa Ferrovial han consistido en la realización de una zanja perimetral de aproximadamente 1,80 m de ancho por 1,10 metros de profundidad a lo largo de los laterales Sureste y Oeste de la parcela para permitir que las aguas de lluvia que por escorrentía entran en la parcela procedentes de las cotas superiores de la Sierra Minera, penetren en la citada zanja, entre en contacto con la grava de naturaleza carbonatada y, por último, sean conducidas por gravedad hasta la balsa de recogida de lixiviados y escorrentías ubicada en el sector Norte de la parcela. Las zanjas excavadas en el suelo no han superado el metro y medio para no profundizar más allá de donde se encontraba la lámina de geotextil que cubre la parcela de manera subterránea en su totalidad.

El Seprona concluye que “el mero hecho de haber realizado la excavación para su construcción, teniendo en consideración que el geotextil es muy permeable, va a provocar un aumento muy importante de la cantidad de agua de escorrentía que se va infiltrar a través de esos filtros verdes y va a entrar en contacto con los residuos peligros de la balsa Jenny situados a un metro de profundidad”.

La Guardia Civil advierte en su informe al juez de que “se va a aumentar el volumen de agua de infiltración que entra en contacto con los residuos peligrosos con respecto a la situación inicial y, con ello, el volumen máximo de lixiviados contaminantes peligrosos, que continuarán fluyendo.

Los agentes también destacan que los mayores niveles de contaminación se localizan fundamentalmente en el nivel del suelo comprendido entre el geotextil y el terreno natural, franja de suelo comprendida entre 1 metro y 2,60-4,80 metros, que viene definida por los estériles mineros empleados para rellenar la balsa. De ello, dice el Seprona, se desprende la enorme cantidad de residuos peligrosos que se encuentran en la totalidad de la parcela “y NO fueron retirados quedando bajo la capa de tierra vegetal la capa de regularización de residuos mineros presuntamente inertes, ambas no impermeables o impermeabilizantes”.

“Este dato sorprende ya que en el año 2006 la entonces Consejería de Industria y Medio Ambiente de la CARM redactó el Proyecto de obras de eliminación total de la balsa Jenny. Fase II Llano del Beal que presuntamente debió haberse ejecutado y que se evidencia que no fue así”.

Por tanto, según el informe del Seprona, “la realidad física de la parcela es que constituye por sí misma un auténtico vertedero de residuos peligrosos debido a que los residuos no fueron eliminados en su totalidad y el remanente únicamente fue extendido”.

En definitiva, dice el Seprona que “la totalidad de las obras ejecutadas están destinadas a tratar las escorrentías superficiales y NO los flujos subsuperficiales de lixiviados ácidos contaminantes que afloran en el exterior del perímetro vallado de la parcela y que son los responsables de la causación del daño ambiental”.

El Seprona concluye:

  • Las obras han sido proyectadas únicamente con objeto de interceptar las aguas superficiales y, en una escasa proporción, los flujos de lixiviados que se producen entre la cota 0 y la -1 metro, en la que se encuentra la lámina de geotextil.
  • Teóricamente los paquetes de sellado situados entre la cota 0 y -1 metros deberían ser inertes atendiendo al proyecto de sellado ejecutado por la CARM en el año 2009, pues adolecería de sentido lógico sellar el remanente de residuos peligrosos con más residuos peligrosos, lo que provocaría un efecto sinérgico negativo. No obstante, a la vista del informe realizado por la ingeniería Hera, los materiales presentan unas elevadísimas concentraciones de metales pesados, tanto que se asemejan más a un residuo peligrosos que a un material inerte.
  • El geotextil empleado en las barreras de filtrado es permeable, por lo que estas barreras podrían actuar a modo de sumidero, incrementándose la cantidad de aguas que se filtran hasta llegar y entrar en contacto con la importantísima masa residuos peligrosos de la balsa Jenny que, aún al corriente, se encuentran bajo la lámina de geotextil. Lo que unido al agua que se infiltra de forma natural por las capas de sellado podría originar un impacto aún mayor sobre la producción total de lixiviados.
  • Las barreras de filtrado y demás elementos constructivos (drenes, balsas etc.) podrían quedar inservibles tras un determinado número de eventos lluviosos. Esto se justifica porque si se producen aguaceros de gran intensidad, como los acaecidos el mes pasado, la erosionabilidad de la lluvia va a ser muy alta provocando grandes arrastres de sedimentos contaminantes que ocasionarían su posible colmatación.
  • Las balsas construidas en la zona Norte de la parcela se han ejecutado sobre rasante y son estancas (se encuentran recubiertas por lámina PEAD) por lo que no cumplen su función como barrera reactiva, únicamente están pensadas para recoger las aguas de escorrentía superficial que teóricamente deberían encontrase libres de contaminantes.

ACOPIOS DE TIERRA CONTAMINADA EN SUPERFICIE

Los agentes de la Guardia Civil también han comprobado que sobre la superficie de la parcela se han dispuesto acopios en forma de montículos de tierras contaminadas y residuos presuntamente peligrosos resultantes de la excavación de las zanjas, filtros y balsas.

Montículos de tierra contaminada en superficie de la parcela de la Balsa Jenny
Montículos de tierra contaminada en superficie de la parcela de la Balsa Jenny | Guardia Civil

Estas tierras se encuentran SIN COMPACTACIÓN NI RECUBRIMIENTO que las aísle tanto de la acción de la erosión hídrica como eólica, dando origen a los procesos de dispersión de los contaminantes al medio ambiente afectando gravemente a la salud de las personas y de los ecosistemas. Esos montículos de tierra muestran altas concentraciones de plomo, zinc, arsénico y cadmio. En el caso del plomo, el nivel es superado en casi trescientas veces los niveles genéricos de referencia.

“Estos acopios de tierras contaminadas y residuos peligrosos, suponen un riesgo inadmisible para la salud de los vecinos del Llano del Beal y el Estrecho de San Gines por exposición como resultado de sus elevadas concentraciones en metales pesados. El hecho de haberlos dejado en estado de abandono sobre la parcela sin compactar, sin ningún tipo de recubrimiento, está provocando que estos sean dispersados por los vientos de Levante hasta alcanzar las viviendas y los espacios públicos de la referida población, aunque se esté haciendo actualmente una cubierta vegetal con especies del entorno”.

El informe del Seprona subraya que “como consecuencia de las últimas lluvias acaecidas durante el pasado mes de septiembre, una importante cantidad de estos residuos han sido erosionados por las escorrentías contaminando aún mas la capa de tierra vegetal que presuntamente debía encontrarse libre de contaminantes. Se ha producido por tanto una ampliación del foco de contaminación incrementando aún más la concentración de metales pesados en su superficie” y advierte de que “la superación de los niveles genéricos de referencia en lo que refiere a la concentración de metales pesados exige a la declaración de la totalidad de la superficie de la parcela como un suelo contaminado, hecho este que debiera haberse realizado por la D.G. de Medio Ambiente de la CARM desde enero de 2019 momento en el que disponía de la información necesaria para su declaración y, consecuentemente haber iniciado su descontaminación en los plazos previsto en la el Artículo 7. “Descontaminación de suelos” del Real Decreto 9/2005, de 14 de enero, por el que se establece la relación de actividades potencialmente contaminantes del suelo y los criterios y estándares para la declaración de suelos contaminados.

En definitiva, concluye el Seprona que “no se ha realizado una barrera reactiva permeable polo que es de esperar que se sigan produciendo flujos de lixiviados subsuperficales que podrían continuar provocando un daño ambiental” y que “la capa de tierra vegetal superficial debe ser declarada también como contaminada por excederse más de cien 100 veces los niveles genéricos de referencia del plomo”.

La Guardia Civil recomienda, entre otras cosas, que “de manera urgente se proceda a la cubrición mediante lamina de geotextil los acopios de residuos peligrosos que se encuentran dispersos sobre la totalidad de la parcela con el fin de evitar que se dispersen por la acción del viento y el agua y pongan en peligrosos la salud de los vecinos del Llano del Beal que habitan a 5 metros de distancia con respecto a estos”.

"Están multiplicando la contaminación"

El investigador José Matías Peñas ha declarado en Onda Cero que "más que una obra de corrección para evitar que los metales pesados sigan contaminando, lo que han hecho ha sido multiplicar el proceso contaminador que se viene produciendo desde el año 2005". "Esas obras han ido en la dirección contraria de lo ordenado por el juez. Lo que han hecho nada tiene que ver con una barrera geoquímica ordenada por el juez" dice.

"Ahora estamos ante ríos más grandes de lixiviados" dice Matías Peñas y recuerda que esos suelos, que ocupan una extensión de 90.000 m2, "debieron ser declarados contaminados en 2009 por la CARM porque ya tenían en su poder informes que advertían de un riesgo inadmisible para la salud de la población por exposición a metales pesados. Así lo recuerda el Seprona".

"No hablamos de suelos contaminados, hablamos de un vertedero de residuos peligrosos in situ, que ha sido sellado en fraude de ley, que está provocando una contaminación inadmisible" concluye el investigador.