OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "La moción de censura ha sido como el milagro de los panes y los peces; todos han ganado"

Ayer les saludaba a esta hora desde el Congreso de los Diputados. Hoy hemos cruzado al otro lado del paseo del Prado y subiendo hacia Colón nos hemos plantado en el paseo de Recoletos y este edificio con solera que es el Palacio del Marqués de Salamanca. Al lado de la casa de América, donde habita el fantasma de Raimunda, y delante de la embajada de Francia, donde reina el espíritu de Enmanuel Macron.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 15.06.2017 08:00

Como es tradición en Más de uno, celebramos hoy la mañana radifónica del saber, del conocimiento, de la mano de la Fundación BBVA y en el día en que entrega sus premios. Premios Fronteras del Conocimiento a la investigación y la creación cultural. El reconocimiento con el que cada año distingue la Fundación a profesionales que se han distinguido por llevar el conocimiento un poco más allá, los colonos, los pioneros de territorios inexplorados que le ganan terreno, le achican espacio, a nuestra gigantesca ignorancia sobre tantísimas materias.

Hoy hablaremos, por tanto, de aquello que más ausente ha estado en los dos días de moción de censura en el Congreso: la investigación científica y la apuesta por el saber. Y lo hacemos desde este edificio que encargó hacer el marqués de Salamanca cuando se estaba construyendo precisamente el Palacio de las Cortes y contratando al mismo arquitecto. Todo esto lo conoce mejor que nadie Pablo Iglesias, que el miércoles se puso en plan Canal Historia y les colocó a sus señorías un tocho de su conocida obra 'Historia de España en versión morada'.

Oiga, la moción de censura ha sido una bendición. Ha sido como el milagro de los panes y los peces: todos han ganado. Está feliz el presidente cuestionado, porque dice que ha ganado el pulso al populismo. Y está feliz el candidato derrotado porque dice que ha alcanzado sus objetivos. Qué estupendo todo. Sigue gobernando Rajoy, va a sacar adelante sus presupuestos con la mayoría de la cámara, Iglesias sólo ha obtenido el apoyo de su grupo más Compromís, Esquerra y Bildu (82 diputados de 350), pero en Podemos están tan orgullosos de la proeza que le piden un bis a su cantante solista. Otra, otra, otra, Pablo. Cántate otra. ¿Otra qué? Otra moción de censura, claro. Para la segunda temporada de la legislatura, allá por el otoño. Atención a las matemáticas empoderadas de Pablo.

Sólo ha reunido 170 escaños, dice quien sólo ha reunido 82. Las abstenciones son abstenciones. Y lo que se votaba no era si debía seguir Rajoy (eso ya se votó en la investidura) sino si había que hacerle presidente a él. Pablo, hercúleo porque ha conseguido la hazaña de presentar una moción y perderla (revistiendo el puro trámite de gesta épica), se atribuye el mérito histórico de haber, ¿cómo dijo ayer?, haber tendido puentes. Con el PSOE, se entiende.

Pablo a lo Santiago Calatrava, construyendo de puentes. Hombre, para tender la mano al PSOE y reconstruir el puente que tú mismo volaste no hacía falta un debate sobre el estado de la corrupción.

Levantas el teléfono, le dices a Pedro el resucitado lo que el rey Juan Carlos nos dijo a los españoles a la vuelta de Botswana —me equivoqué, lo siento, no volverá a suceder— y viaducto recuperado. Si al final de lo que se trataba era de esto: de borrar con una moción de censura de fogueo la mancha del pecado original. De hacérselo perdonar. El pecado de haber tenido en su mano el cambio de gobierno —esto que ahora es su única bandera, echar al PP del gobierno sin esperar a ganarle las elecciones— y haber dejado pasar la ocasión porque el candidato Sánchez cometió el pecado de intentar pactar a la vez con él y con Albert Rivera. Este Albert Rivera al que Pablo no le reconoce talla para tratarle como a un igual. Este Rivera al que Iglesias desprecia intelectualmente y con quien utiliza un tono de desdén (el tonito que diría Ana Oramas)…

…un tono que le llevó ayer a reírse abiertamente en la tribuna. A reírse del líder de Ciudadanos, se entiende. Diez minutos después de haber presumido de humildad y de haber reclamado él humildad y prudencia al resto de los portavoces.

¿Y Sánchez qué dice de todo esto? ¿Dónde está Sánchez, matarile-rile-rile? Lázaro Sánchez ha obsequiado al puentista Iglesias con el jarabe más amargo: el de la indiferencia. Ni media palabra sobre su moción de censura. Hoy el viento sopla a favor de Pedro —la proeza de revivir ha sido suya—, mientras Pablo quema el cartucho parlamentario en el intento de salir de la calma chicha.

Presiento, presiento, no presienta tanto ni tan rápido. Que la película ni siquiera ha empezado aún.