TERRITORIO NEGRO

Territorio Negro: Las dos muertes del millonario inglés en Marbella

Lo llamamos destino. Y a veces existe. Otras veces, ayudan la burocracia, la lentitud de la justicia o la flojera de esa justicia. Hace año y medio alguien vio por última vez a una preciosa mujer letona que vivía en Marbella, Agnese Klavina. Desde el principio se sospechó de un millonario inglés, un hijo de papá llamado Westley Capper. En este Territorio Negro vamos a contar de qué forma afectó a otra persona que ese hombre, ese hijo de millonario, no estuviera en prisión, donde tenía que haber estado.

Luis Rendueles y Manu Marlasca

Madrid | 30.05.2016 19:00

Empezamos por la desaparición de una joven que vive en Marbella, Agnese Klavina. La madrugada del 6 de septiembre de 2014, Agnese acudió a la discoteca Aqwa Mist, en la avenida de Manolete, en Marbella. Las cámaras de seguridad de la discoteca la graban saliendo del local hacia las seis de la mañana. Sale, según el informe del juzgado numero 5 de Marbella, acompañada de un varón “grueso y con la cabeza rapada, plenamente identificado como Wesley George Capper”.

Los dos salen juntos, de madrugada, tras una noche de fiesta. La policía y el juez escriben que la grabación muestra que Agnese no va muy convencida, con movimientos dubitativos, quizá producto del estado de embriaguez que pudiera llevar. El caso es que la mujer, pese a todo, llega a pararse y se niega a seguir andando con el inglés. Mostrando, dice el juez, cierta resistencia activa. Al final, el hombre la arrastra del brazo y la intenta meter en su Mercedes AMG. Al coche se sube entonces otro hombre, Ian Porter, también inglés y amigo del millonario. La grabación muestra a la chica, Agnese, tratando de escapar por segunda vez: lo que ocurre es que el hombre de la cabeza rapada la agarra, esta vez de los dos brazos, la coge de la cintura y la mete en la parte de atrás del coche, para lo que recibe la ayuda de uno de los porteros de la discoteca. Agnese intenta bajar del coche, pero ya han cerrado la puerta por fuera y con seguro. El coche se va del parking de la discoteca con los dos ingleses y la joven letona en dirección a Marbella.

La policía hizo que dos de sus expertos en la Unidad de Análisis de Conducta estudiaran el lenguaje no verbal de esa grabación. El informe es concluyente: Agnese no entró de forma voluntaria en aquel coche y se comportaba en la grabación como una persona que “actúa bajo la respuesta emocional básica del miedo”.

Nadie más ha vuelto a ver a Agnese. Ella había llegado a Marbella seis meses antes de desaparecer. Se ganaba la vida como camarera. Y desde aquella madrugada no ha usado su teléfono móvil ni sus tarjetas de crédito. Han pasado 18 meses ya. Su madre y su hermana han venido a España desde Riga, Letonia, donde viven, en busca de alguna pista.

La única versión que tenemos de lo que ocurrió con la chica es la de los dos ingleses que la obligaron a subirse a su coche. El dueño del coche, valorado en unos 200.000 euros, se llama Westley Capper. Es inglés, tiene 38 años y es hijo de un multimillonario llamado John Capper, un tipo que hizo una enorme fortuna comprando y vendiendo mansiones de lujo, que vive en Gibraltar habitualmente y tiene muy buenas relaciones en Marbella. Su hijo Westlee vive la vida en la Costa del Sol. Y con él estaba esa noche, como muchas otras, su amigo Craig Potter, de 34 años.

El copiloto, Potter, lo que dice es que se quedó dormido mientras su amigo conducía y Agnese iba en la parte de atrás del coche. Cuando se despertó, afirmó ante la policía, su amigo le dijo que la chica se había bajado.

En cuanto al millonario, Capper, afirmó que había conocido en la discoteca a Agnese esa noche, que le propuso continuar la fiesta en casa y que pensó que ella era una prostituta aunque, dijo, no llegamos a hablar de dinero. Ya en el coche, explicó a la policía que el estuvo tomando cocaína con su amigo y que la chica, Agnese, le pidió que parara en una rotonda para bajarse. Asegura que él accedió y la dejó viva en la carretera de Ronda.

La obligan a subir a un coche y luego la dejan bajar un poco más adelante. El juez y la policía no lo creyeron. Además, el punto donde se supone que dejan a Agnese de madrugada es una cuneta oscura a más de dos kilómetros de su casa. En una reconstrucción, el millonario inglés cambió el sitio donde Agnese habría bajado del coche y lo situó más cerca de casa de la chica. El juez cree que esa historia es inverosímil e increíble y apunta que los procesados “probablemente aprovecharían la situación de la chica, muy guapa, para doblegar su voluntad”, así lo escribe.

Y la policía de Marbella localiza más indicios contra estos dos ingleses. A la mañana siguiente de la desaparición de Agnese, el millonario Capper acude en su Mercedes a la urbanización Los Arqueros Golf de Benahavís, donde vivía Agnese. Una cámara de seguridad lo graba. Cuando la policía le pregunta por esa casualidad, qué hacia rondando la casa de la chica esa mañana, el inglés afirma que esa mañana ha ido a comprar cocaína a un tipo que vive allí y se llama Steve.

Y además la policía encontró a ese hombre y le dijo que no tuvo ninguna cita con el millonario inglés aquel día. La policía rastreó también las llamadas de teléfono de Capper. Si alguien se ha visto envuelto en una pelea o un crimen, suele usar su móvil; si se va a dormir tras una noche de juerga, no suele usarlo. Pues bien, el teléfono de Capper realizó 30 llamadas telefónicas esa madrugada a partir de las 6 y 33 (media hora después de llevarse en el coche a Agnese) a una persona que nadie sabe quién es. El juez cree que tal cantidad de llamadas en menos de dos horas se debieron a algo grave y trascendente y que los dos ingleses buscaban desesperadamente ayuda para algo.

Los informes de la policía hablan de llamadas a un tipo al que la agenda del millonario identifica como Doctor S. Los agentes creen que ese supuesto doctor sería de interés si la desaparición de Agnese se hubiera debido a alguna agresión de los ingleses o a que ella tuviera algún percance vinculado a la toma de alcohol o drogas mientras estaba con ellos y necesitara asistencia médica. Los investigadores no han podido identificar al doctor S.

Pero sí encuentran un indicio más, el que hace temer por la suerte de Agnese, esa chica letona que trabajaba en Marbella. Las cámaras de vigilancia, esta vez del puerto La Duquesa, en Estepona, filman aquella madrugada a varias personas entrando en el pantalán de forma escalonada. En esas imágenes se ve como una persona agacha la cabeza para que la cámara no grabe su rostro y a otro hombre llevando una maleta grande de color rojo. Aquella mañana los ingleses y sus amigos decidieron sorprendentemente salir en barco en el yate del millonario, llamado Giofil III. Y hacen una travesía errática.

Los ingleses cuentan que iban hacia Ibiza, pero que luego se estropeó el GPS y acabaron teniendo que atracar en el puerto de Cartagena (en Murcia). Lo cierto es que se investiga si el barco pasó por Gibraltar, no olvidemos, territorio británico, aquella madrugada. Los abogados de la madre de Agnese, afirman que “el cuerpo de la chica hay que buscarlo ya en el fondo del mar”.

La policía registró ese barco y estaba reluciente. Solo encontraron unos restos orgánicos y un pelo rubio. Lo unieron con un cabello rubio encontrado en el Mercedes donde se subió Agnese, posiblemente la última noche de su vida, pero no eran de ella.

Los indicios apuntan hacia esta pareja de ingleses; de hecho los dos están acusados formalmente desde el pasado mes de abril de algo tan grave como el secuestro y la desaparición de Agnese, delitos penados con 15 años de prisión. El abogado de la familia de la chica pidió entonces la prisión sin fianza para los dos ingleses, pero ambos quedaron en libertad bajo fianza de 300.000 euros (menos de lo que valen los coches del inglés), eso sí, con la prohibición de salir de territorio español. Los dos cumplieron esa parte, se quedaron en Marbella y siguieron con su vida de fiestas y juergas.

Y aquí viene un giro del destino, tremendo, irreparable. El martes 10 de mayo de este año, más de 18 meses después de la desaparición de Agnese en Marbella, los dos ingleses salen, otra vez, de juerga. Y esta madrugada no van a llevarse a una joven rubia y guapa; sino a una madre, inmigrante boliviana, que trabajaba en un chiringuito de la zona.

Capper y su amigo salen de juerga y conducen esta vez otro lujoso coche, un Bentley con matrícula inglesa. Fátima Dorado, una mujer boliviana de 40 años, madre de tres hijos, regresaba a su casa tras cerrar el chiringuito donde se ganaba la vida como camarera. El coche de los ingleses la arrolla, de una forma tan violenta que el cuerpo de la mujer sale despedido unos 30 metros. Tras el atropello, los ingleses se van y dejan a la mujer en la cuneta, moribunda.

Y esta vez, de nuevo, la policía los encuentra. Apenas diez minutos después de recibir el aviso, la policía de Marbella localiza en Estepona el coche. Los dos ingleses han ido a tomar unas copas a un restaurante. Capper se toma un vodka con tónica antes de que llegue la policía. El motor de su Bentley está aun caliente y tiene el frontal izquierdo dañado del golpe con la mujer. La policía local le hace la prueba de alcoholemia. El inglés da positivo: 0,70, casi el triple del límite legal.

Y esta vez, el millonario inglés confiesa. Aunque lo hace con un atenuante. Lleva todo el día en estado de shock porque le han dado una mala noticia. Capper explica que sí, que conducía él y que ha tomado unas copas. Pero que ese día le ha llegado una notificación del juzgado con una mala noticia. Sus abogados habían pedido que se dejara sin efecto la prohibición de salir de España que tenía por la desaparición de la otra chica, Agnese. Y el juzgado lo había rechazado. Nuestro hombre explica que se sintió agobiado tras recibir ese mazado y que salió a distraerse un poco.

Y se llevaron por delante a esta mujer. Este millonario inglés sí está ahora en prisión, pero por el atropello y muerte de Fátima Dorado el pasado 10 de mayo. Está además formalmente acusado de la desaparición de Agnese Klavina.