La cumbre del G-20 era una de las pocas oportunidades que teníamos de escuchar a Pedro Sánchez a propósito de por qué hay que amnistiar a Puigdemont después de que el fugado se haya ciscado, como dice el ex presidente socialista andaluz, Rodríguez de la Borbolla en la Constitución y en España.
Pero lamentablemente un COVID recomienda, al menos de momento, que Sánchez se aparte de los actos públicos. Estará fuera del foco pero habrá leído los duelos y quebrantos de sus compañeros. Y también las adhesiones como la del presidente asturiano Adrián Barbón que ha defendido en Onda Cero que hay que pagar el precio que sea para tener un gobierno socialista.
Un gobierno socialista que al conformarse asumirá el mensaje de los golpistas, es decir, que Sánchez dirige un país totalitario y represor, que actuó mal y les castigó injustamente. Si la amnistía, si la indecencia se consuma, el gánster de Puigdemont como diría Alfonso Guerra, se tranquiliza, Sánchez logra repetir en Moncloa, los españoles asumimos y una vez más nos conformamos con un "hay que ver" ante un dislate y... pelillos a la mar.
