Pedro Sánchez se siente ungido para una labor mesiánica que consiste en atrincherarse en Moncloa para evitar que gobierne el PP. Salvar a los españoles de sí mismos y de la tentación de votar una alternativa que no sea él mismo. Protegernos, no vaya a ser que caigamos presos de un ataque de democracia.
Porque la oposición es maligna y quiere la demolición moral del país, que es mucho peor que la corrupción, como le ha dicho esta mañana a los militantes en una carta. Son estos los argumentos que ya está trasladando a sus socios a los que va a convencer para que le sigan sosteniendo.
No le va a costar mucho. Porque la mayoría sabe que su protagonismo político está vinculado a la permanencia de Sánchez. La llegada del presidente del gobierno al poder con papeletas manipuladas y urnas de cartón fue abrupta. El fin de la legislatura amenaza con ser borrascoso.

