OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Quieren hacer a Jordi Sánchez candidato de mentira de una investidura que no saldrá adelante"

Hoy desde el puente aéreo de Iberia aquí en Barajas. Llegar y volar, ya lo sabe usted.

Miren, llegamos aquí a las cinco y media de la mañana —cuando aún estaban las temperaturas desplomadas— y, de habérnoslo propuesto, podríamos haber empezado el programa en Barajas y haberlo terminado en El Prat. Es un suspiro lo que dura el vuelo. Y aún estamos a tiempo, porque sale otro a las ocho y media.

A estas horas ya tenemos a Toni Bolaño volando en el puente aéreo hacia Madrid. Aquí le esperamos. En la confianza de que traiga noticias de última hora sobre la negociación completamente opaca —quién dijo transparencia— que mantienen Esquerra y el PuigDeCat y en la confianza, sobre todo, de que no venga dándole la charla a su compañero de asiento, que no a todo el mundo le interesa tanto como a nosotros cómo va el serial.

Ay, el serial.

Qué ahora quieren hacer galán principal a uno que era actor de reparto. Bueno, ‘galán´. Tampoco ha pretendido ser nunca Gary Grant este señor llamado Jordi Sánchez. La mitad de "los Jordis2, la pareja que diseñó las movilizaciones multitudinarias que impulsaron el procés y que llevan en prisión preventiva desde antes de Junqueras no por organizar movilizaciones, sino por intentar tumbar la legalidad con tumultos y coacciones en la calle.

Quieren hacer a Jordi Sánchez presidente de mentira.

O mejor, candidato de mentira a una investidura que tampoco va a salir adelante.

Una vez que el de Waterloo se ha hecho a la idea de que lo suyo nunca sucederá, el nombre que dicen haber pactado Esquerra y los Puigdemones es el de Sánchez. Porque lo dice Puigdmeont, que si no es él tiene que ser el segundo de su lista, que era éste.

En realidad, esta parte de la trama es una forma de estirar el chicle.

Todos saben que el Jordi, para ser investido, tiene que personarse en el Parlamento. Y que la autorización para viajar desde Soto del Real a Barcelona le corresponde al juez Llarena. Que como hasta ahora le ha visto con afán de reincidir, no parece probable que se la dé. El truco sirve para colocar la presión sobre Llarena y acusarle a él de impedir que se invista al candidato, pero en última instancia es tan inútil como proponer a Puigdemont.

Por eso la gloria de Sánchez como galán principal está llamada a ser efímera. Y en la lista de espera ya está Turull, que tampoco fue nunca Gary Grant.

Lo interesante de las últimas horas no es tanto lo de Jordi como lo de TV3. Que Esquerra, en la negociación, haya arrancado para sí el control de la televisión pública. Aquí nadie disimula: en el reparto del botín —digo, del poder— se incluyen las consejerías, los cargos de confianza y la joya de la propaganda, el gran altavoz gubernamental.

Quién maneja TV3, quién maneja Catalunya Radio. Quién manda ahí. Quién decide qué personas dirigen los principales programas.

Un ejemplo encomiable de independencia y despolitización de los medios públicos. Esto para ti, esto para mi. Tú mangoneas aquí, yo mangoneo allí. Los puestos, los contenidos y el presupuesto.

¿Quién tenía que pedirle explicaciones a quién?

¿El Rey a la alcaldesa por su desaire en la puerta del Palau o la alcaldesa al Rey por el discurso que hizo en octubre?

Como el rey no da entrevistas —es una pena, anímese, majestad— sólo tenemos la versión Colau de la conversación minúscula que ambos tuvieron la noche del domingo. Al tratarse de una versión de parte, hay que entender que ella quede como la empática alcaldesa que va a explicarle al rey por qué le ha dado plantón para que no piense él que tiene algo personal contra el ciudadano Felipe de Borbón, sólo faltaba. Primero te hago la peineta y luego voy a echarte la bronca.

Según el relato de Colau, ella le explicó al rey que la situación en Cataluña es muy difícil y que su discurso de octubre se vivió como una gran falta de empatía. "Se vivió2, así, en general. Qué sería del rey si no tuviera a Colau para que le explique cómo es la situación que se vive en Cataluña. Si él, después de todo, sólo es el jefe del Estado. Qué sabrá él de lo que pasa en la sociedad catalana.

La cosa, por tanto, fue así. Colau planta al rey en la calle, da por cubierto con ese plante la cuota de protesta que le corresponde como portavoz de la gente (la protesta dosificada, la puntita de la protesta), luego va paternalista a instruir al rey sobre la realidad catalana y cuando él le dice "yo estoy para defender la Constitución y el Estatuto" —gentileza de Felipe darle explicaciones a quien acaba de plantarle— ella le reprocha que no utilice maneras más empáticas y conciliadoras de hacerlo.

Hay tantas maneras de defender la Constitución, según Colau, que ella no ha sido capaz de encontrar una sola que le valga.

• Ella, que no dijo ni media palabra a favor de la Constitución, ni del Estatuto, cuando Puigdemont y Junqueras intentaron tumbarla.

• Ella, que no dijo ni media cuando el rodillo independentista aplastó los derechos de los grupos parlamentarios de la oposición en septiembre.

No le extrañará a Ada Colau que el rey prefiera no atender a sus consejos sobre cómo defender la Constitución. Porque como los atienda, la tumban. Cuando Colau explica sus acciones casi es peor.

El domingo el plantón se debía a que recibir al rey era un acto de vasallaje y pleitesía.

Pero ayer ya no era eso. Ayer era que la ciudadanía le reclamaba a ella un gesto de distanciamiento por lo de octubre.

• Como si en cuatro meses no hubiera manifestado todas las veces que le ha parecido oportuna esa discrepancia.

• Como si no fuera conocida su animadversión a la corona y al Borbón.

• Como si tuviera que esperar al Mobile para explicarle al mundo lo poco que le gustó que el jefe del Estado pusiera pie en pared y urgiera a las instituciones del Estado a sofocar la insurrección del gobierno de Cataluña.

Al rebufo de Colau, instuctora de monarcas, Pablo Echenique le declara la guerra a los tertulianos por decir que el Mobile está en riesgo por estas cosas.

Tertulianez y opinólogos. Muy partidario no parece el amigo Pablo.

Es verdad que el tertuliano, por definición, opina cada día sobre un montón de asuntos. Y que no es experto en muchos de ellos. Es decir, como Echenique. Que hace exactamente lo mismo cada día, opinar sobre economía, sobre politica exterior, sobre el Codigo Penal, sobre las sentencias del TC, sobre las andanzas de Puigdemont, sobre Trump, sobre Macron y sobre los besamanos. Opinólogo en plenitud, con el sesgo añadido de su actividad como cargo orgánico de un partido.

Bienvenido, Echenique, a la tertulianez.