El Tribunal General de la Unión Europa ha rechazado la inmunidad parlamentaria de Puigdemont y de los que se fugaron con él.
La UE nació para luchar contra el nacionalismo que es la guerra. Su sentencia ha dado la razón a los jueces españoles, quitándosela al errante de Waterloo que proclamó la República imaginaria de Cataluña.
La puñeta de los ropones condenó al prófugo a 25 años de talego, y después de la despenalización de la sedición y la rebaja de malversación sería juzgado en España por desórdenes públicos.
El Gobierno de Pedro Sánchez insta al prófugo a entregarse a la justicia y cuando lo anunciaba la portavoz del Gobierno, Puigdemont aseguraba que emisarios del Presidente del Gobierno le ofrecieron estancia corta en la trena y un indulto. Mientras, está en el aire un pacto para un referéndum de autodeterminación que niegan, lo cual es la prueba de que está en marcha.
Pedro Sánchez ha dejado la Constitución a merced de sus principales enemigos. Feijóo ha exigido a Pedro que no indulte al huido de la Justicia que atentó contra el Estado Democrático y que se pasea por Europa como si no hubiera roto un plato. Génova habla del pacto oculto del indulto. Y Moncloa culpa al Gobierno que aplicó el 155. Así se escribe la historia.
Pero como dices querido Carlos en tus monólogos, que la competencia califica de mentiras y soflamas y que son como el monólogo de “Algunos hombres buenos”: la manta de la libertad por las mañanas, echar la culpa a Rajoy revela o falta de información o una confusión notable. Europa acertó en la sentencia y le perdonamos que meta miedo en el etiquetado de las botellas como si fueran paquetes de tabaco. ¡Viva el vino!
