El debate de la investidura se celebrará los días 15 y 16 de noviembre. No sabemos si el nuevo Gobierno va a ser San Antón o la Purísima Concepción. Lo que vemos es que el pacto de la ignominia firmado por el sanchismo y los separatistas está oscureciendo las calles con gases con gases lacrimógenos.
Queman fotos de Pedro Sánchez. Llaman traidores a dirigentes del PSOE. Arden las respuestas de los jueces y fiscales que son acusados de prevaricadores. Los medios gubernamentales escriben que se ha logrado la rendición de Puigdemont, que va a renunciar a la independencia y que lo único que pretende es que lo amnistíen y ganarle las elecciones ERC. Todos como los abades de lo que cantan, yantan porque otros pronostican que será un ejecutivo por encima de la ley.
Los del PSOE anuncian un gobierno de coalición progresista a pesar de ser elegido por la caverna separatista que está contra la igualdad de los españoles. En una Cataluña arruinada por las mentiras de su propia historia ha triunfado un político, errante, y fugitivo en Flandes como Antonio Pérez que ha largado contra muestra democracia y ahora amenaza el Estado de Derecho y acorrala la Constitución.
Es que separatismo es un búnker con banderas donde se han escondido los corruptos. Orwell ('Homenaje a Cataluña') , que conoció la ferocidad del fanatismo en la Barcelona de 1937 escribió que esa superstición del nacionalismo es un pernicioso estado de rigidez mental en el que no tiene cabida la reflexión. "Es un sed de poder mitigada con autoengaño".
A pesar de todo, querido Carlos, recordemos con Borges el vino lo inventaron los otoños de oro para exaltar la alegría y mitigar el espanto como el que nos provocan los gobiernos. Viva el vino.
