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Rubén Amón indulta a Villarejo: "Es un problema, pero desgraciadamente no es el problema"

Rubén Amón indulta en Más de uno al ex comisario José Manuel Villarejo, por haberse convertido en el contrapoder capaz de destruir al Estado gracias a toda la información que posee.

Rubén Amón

Madrid | 17.12.2020 09:55

Dice un aforismo del Mosad que la imagen de un país se la proporcionan sus servicios secretos. Por eso resulta tan cuestionable la reputación del nuestro, nuestro país y de nuestros servicios secretos. Me refiero al protagonismo del ex comisario Villarejo, cuyo sello de calidad homologa las tramas dignas de considerarse tales.

Allí donde hay una corruptela, una comisión, un micro escondido, regurgita la figura villarejiana. Por eso Unidas Podemos quiere ahora convocarlo a la comisión parlamentaria de la Kitichen. Y por la misma razón no quiere convocarlo el PSOE, pues Villarejo podría airear las vergüenzas de los socialistas, más allá de aquellas grabaciones en que la fiscala general llamaba maricón al ministro Marlaska.

Villarejo que rima con tipejo. Villarrejo de ultratumba que se desquicia delante delante un crucifijo. De un crucifejo. Un crápula castizo, entre Torrente y Juncal. Un diablo de medianoche. Un intoxicador de medias mentiras y de verdades a medias. Un artificiero de bombas retardadas.

Deben satisfacerle las informaciones que lo convierten no ya en enemigo del Estado, sino en contrapoder capaz de destruirlo. Villarejo todo lo oía. Y todo lo registraba, como estrategia de extorsión y de suepervivencia. Un virtuoso que opera fuera de contexto. Y que no lo hace con bisturí, sino con navaja de Albacete.

Le gusta prodigarse en el papel siniestro de policía y delincuente a la vez. Servir al Estado con una mano servirse del Estado con la otra. Recrearse en el papel de vampiro.

Y vampiro será Villarejo, pero Villarejo, que rima con pendejo, es también un síntoma de una sociedad corrupta. Villarejo rima con espejo. Y distorsionado o no, el espejo de Villarejo saca a flote las verguenzas de la política, del capital y de la prensa.

Villarejo es un problema, pero desgraciadamente no es el problema.