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Monólogo de Alsina: "El independentismo tragará con autonómicas y meterá presión a la CUP para que también vaya"

El cuento se acabó. La realidad se abrió camino. El independentismo entró en estado de desconcierto. Semana Uno sin gobierno insurrecto en Cataluña. Primeras anotaciones.

ondacero.es

Madrid |

• La bandera de España ondea junto a la senyera en el Palau de la Generalitat de Cataluña. La única legalidad vigente es el Estatuto y la Constitución. El Parlamento catalán está disuelto. Hay elecciones autonómicas dentro de cincuenta días. Y al independentismo se le ha roto en las manos lo que mejor dominaba: el relato. O en palabras del sufrido compañero de celda de Jordi Sánchez, la matraca.

• Naufragio doble en la matraca independentista: tendrán que ir a unas elecciones autonómicas que son la prueba de que el marco legal no ha cambiado y no podrá decir que el Estado represor impide votar a los catalanes. No sólo no se lo impide, sino que va a animarles mucho a que lo hagan. A votar, a votar, todos a votar. Ejerciendo el derecho a decidir quién quieres tener de de diputado autonómico.

El independentismo se regaló a sí mismo el viernes en el Parlament una sesión de realidad virtual —o sea, falsa— con proclamación de independencia, besos, abrazos, chiquillada de los alcaldes de la vara, un sermón de Oriol Junqueras creyéndose Jefferson y un discurso de Puigdemont con la altura que siempre tienen los suyos: ni asomado a la barandilla coge este hombre vuelo.

• La abrumadora celebración del fin de la opresión española, y borbónica, que se anunciaba para el viernes noche se quedó en fiesta de barrio en la plaza de Sant Jaume. Con banda de música, botellón y Pilar Rahola pegando voces. Eso, el viernes. Porque el sábado, ya ni Rahola. Fin de fiesta.

• En su primer día como presidente de la República Catalana… Un momento, a esto hay que ponerle una música adecuada…

En su primer día como presidente de la República Catalana, el señor Puigdemont Casamajó, acompañado de su esposa, doña Marcela, paseó en comunión con el pueblo por las calles de Girona recibiendo el cálido afecto de sus compatriotas. En estas imágenes puede apreciarse la sencillez de la pareja presidencial y el fervor que despierta entre los gerundenses de bien. Agradecido por las muestras de aliento, el señor Puigdemont se fue a tomar unas cervezas a un restaurante céntrico mientras la televisión emitía el mensaje que él mismo había grabado antes.

En el histórico documento audiovisual se comprueba que lo más interesante del mensaje son las macetas que pueden verse a un lado. El presidente completó su agenda sabatina haciéndose fotos con un equipo juvenil de balonmano. Este conocido gesto del señor Puigdemont, con el puño cerrado y el pulgar en alto, da prueba de la cercanía con que comparte su confianza en la nueva república catalana. El domingo, en su segundo día de ímprobo trabajo por el pueblo de Cataluña, el señor presidente asistió a una exhibición de castells y publicó un tuit en el que celebra la victoria del Girona frente al Madrid como referente de la situación en la que estamos. Le puso un emoticono de guiñar ojo. Completada tan apretada agenda, y siguiendo la recomendación de sus médicos, el señor Puigdemont Casamajó se retiró a descansar en compañía de su esposa, doña Marcela. Extenuados ambos por tan agotador nacimiento.

• Entre medias, y en la vida real, la dirección de la fuerza de seguridad catalana la asumió el ministro del Interior, el nuevo comisario jefe de los mossos empezó a cumplir las instrucciones del gobierno y el célebre mayor Trapero —la popularidad meteórica acostumbra a ser también efímera— recogió sus cosas y empezó a poner el día su currículum por si tiene que colgarlo en linkedin. Para esta mañana se espera la llegada al Palacio de la Generalitat del secretario de Estado Bermúdez de Castro, al frente del equipo de intervención rápida.

El independentismo se pregunta: ¿resistirán nuestros valientes consejeros, ahora valientes ministros de nuestra valiente república?

• Ay, la resistencia. Ni siquiera Junqueras se atreve a presentarse como líder de los resistentes. Sólo hay que ojear los medios independentistas para comprobar hasta dónde alcanza el desconcierto. La prensa digital adicta, en puertas de ver cómo se cierra el grifo enriquecedor de la subvención, refleja su perplejidad ante la ausencia de planes y su propia incapacidad para seguir adelante con el cuento. Maravillosa la frase de Nacion Digital: "Se ha discutido tanto sobre el momento para proclamar la república que el estudio de lo que hay que hacer a partir de ahora ha quedado un poco desatendido". ¿Sólo un poco? El objetivo era hacer la machada de la proclamación. A partir de ahí, nada.

• Mal puedes dar por nacida una República si admites que las decisiones las está tomando el gobierno español. Si dedicas largas parrafadas a especular sobre lo que sucederá en las elecciones de diciembre. Si te haces eco a toda página de que un ministro belga ha ofrecido asilo político a Puigdemont. ¿Asilo político? ¿Cómo va a exiliarse un presidente recién nombrado? Aquí no se creen el cuento ni los que lo han venido escribiendo. Aquí no se ha nombrado ni embajador en Caracas.

• La previsión más afinada la ha hecho Ignasi Guardans, ex convergente: Puigdemont a lo Papa Clemente en su palmar de Troya. Consejeros que fingen seguir teniendo un trabajo. Madrugan, se ponen traje, cogen la cartera y le dicen a la pareja que intentarán salir temprano. Luego se van al parque. O a su despacho, si aún les dejan entrar, a hacer papiroflexia. No pueden firmar un papel. No disponen de un euro. No les reconocen autoridad alguna los bancos. Los lunes al sol. Que ya no les calienta.

Rajoy cambió el guion por sorpresa y les ha puesto elecciones en tiempo récord.

Y en eso están.

En justificar ante los suyos que aunque no reconozcan al Estado español sí reconocen que sin escaños, sin poder y sin subvenciones no son nadie. Ya lo dice Junqueras: tendremos que tomar decisiones que serán difíciles de explicar. En las urgencias es donde se ponen a prueba los principios. El independentismo tragará con las autonómicas y meterá presión a la CUP para que también vaya.

La esperanza de Esquerra es que Cataluña en Común sume escaños suficientes como para hacer imposible un gobierno de constitucionalistas. Ada Colau, que suple su falta de principios con su aptitud para echar cuentas, anda metida ya en el cálculo. De qué posición le renta más y cuál menos. Si estás todo el tiempo con la calculadora a cuestas es natural que te cueste responder a preguntas sencillas. Como si Puigdemont es o no es presidente y si Cataluña se ha convertido en República.

Colau, en Colau. ¿Cómo la llamó José Borrell?

Emperatriz de la ambigüedad. Y del victimismo, porque venir ahora con que ella está por la paz y por eso la bombardean es ser muy víctima y muy misma.

En Podemos falta un cuarto de hora para la purga paulina de la filial catalana. A Dante Fachín, indepedentista morado, se le ha acabado también el cuento. Podemos tiene al tal Dante haciéndole la ola a Rufián, a la diputada Castells tratando a Puigdemont de presidente de la república y a los anticapitalistas reconociéndola.

Y todavía las Montero y las Iglesias le reprochan a Bescansa que haya dado en público la voz de alarma.

Como anticipamos el viernes a esta hora, cuando aún no habían sucedido todos los acontecimientos que tuvimos luego ocasión de contar, el procés se terminó con un colofón a la altura de lo que el procés ha sido: un despropósito, una milonga gigantesca, un insulto a la inteligencia de quienes han tenido la prudencia de preservar intacta estos años su inteligencia. Al resto, a quienes renunciaron hace años a distinguir las verdades de las mentiras, la razón de la sinrazón y los derechos ciudadanos de la coartada de los derechos históricos, sólo cabe desearles que disfruten de estar pisando ya su anhelada tierra prometida. Acaso sienten ya los efectos benéficos de haber alcanzado el paraíso. Han hecho el viaje del pueblo elegido pero al revés. De los arroyos, las fuentes, las cosechas de trigo, las vides, el aceite y la miel…al más árido e inútil de los desiertos.