MANU MARLASCA Y LUIS RENDUELES

Territorio Negro: Una noche de pesadilla en Estepona

En 'Territorio Negro', hablamos con Luis Rendueles y Manu Marlasca sobre el caso de los tres ladrones vestidos de vigilantes de seguridad que asaltaron dos viviendas en una lujosa urbanización de Estepona.

ondacero.es

Madrid | 28.06.2022 18:46

Era 20 de agosto de 2020, el verano de la pandemia, en la urbanización Bahía del Velerín, en Estepona, una zona residencial donde las casas rondan el millón de euros. Por lo ocurrido aquella noche en ese lugar han sido condenadas tres personas: Juan Anselmo García, Antonio Quirós y Antonio Macías. Todos ellos son considerados por la Audiencia Provincial de Málaga autores de tres delitos de detención ilegal, lesiones, robo con fuerza y robo con violencia. Anselmo, que en el juicio confesó los hechos y se mostró colaborador, pasará un máximo de seis años en prisión, mientras que sus cómplices estarán diecisiete y catorce años, respectivamente.

Ese 20 de agosto de 2020, unos pescadores llamaron al 091. Habían encontrado en la playa a un hombre con el rostro ensangrentado y con las manos engrilletadas a la espalda. El herido tenía el aspecto y la vestimenta de un vigilante de seguridad. En efecto, el hombre, llamado Octavian Gabriel, trabajaba en una urbanización cercana, en Bahía del Velerín.

El hombre relató que sobre las 1.30 de la madrugada, cuando estaba abriendo la puerta de la garita de seguridad para comenzar una ronda, dos hombres se abalanzaron sobre él y trataron por todos los medios de meterse en el habitáculo, lo que finalmente tras unos cuantos minutos de lucha, una feroz resistencia por parte del vigilante y unos cuantos golpes que le propinaron con la culata de una pistola y unas tenazas que llevaban los agresores. El forcejeo quedó grabado por las cámaras de seguridad y su visionado no deja lugar a dudas sobre la resistencia del hombre, que finalmente es esposado con sus propios grilletes y con unas bridas que llevaban los asaltantes.

Tras reducir definitivamente al vigilante, al puesto de seguridad accedió un tercer individuo y entre todos encerraron al guardia en el cuarto de la depuradora de la piscina. Después, arrancaron los cables de alimentación del sistema de grabación de cámaras de la urbanización y apagaron todas las luces para actuar al amparo de la noche, con total impunidad.

Como hemos dicho al principio, la urbanización en la que ocurrió todo esto es una de las muchas zonas residenciales de lujo que hay en Marbella y Estepona. A las viviendas sólo se accede con la huella dactilar de los propietarios o con las llaves. En la garita de seguridad se guardan copias de las llaves, pero están en el interior de una caja fuerte que se abre con unas claves.

Los asaltantes no interrogaron al vigilante sobre el paradero de la caja fuerte. Sabían perfectamente dónde estaba y no sólo eso: también conocían el paradero del archivo informático en el que se guardaban las claves para abrir la caja. Los ladrones buscaron en el ordenador de la garita y en pocos minutos accedieron a esas claves que les permitieron tener todas las llaves de la urbanización a su disposición. Cogieron dos de esas llaves, las correspondientes al ático del bloque 3 y las del 1ºB del bloque 6.

Parece que al menos en uno de los casos, el del primer piso, los ladrones estaban muy bien informados. Su propietaria, una mujer belga, estaba en su país y tenía previsto regresar esa misma noche. Además, el botín obtenido en esa casa fue un auténtico tesoro: 800 euros en efectivo, un reloj de pulsera marca Chopard de oro rosado con cinco diamantes, otro reloj de pulsera marca Chopard de oro y diamantes pequeños, un tercer reloj de pulsera marca Chopard de oro, un brazalete marca Louis Vuitton con piedras brillantes, un brazalete y un colgante de la marca Carolina Herrera con piedras blancas brillantes, una cadena de oro con un dólar de oro grande y un bolso marca Carolina Herrera. En total, un botín cercano a los setenta mil euros.

Cuando la pareja logró deshacerse de las bridas con las que les ataron, se escondieron en el tejado del inmueble, junto a las máquinas de climatización del edificio. Y allí pasaron varias horas, hasta que la Policía los encontró a la mañana siguiente, aterrorizados. Ellos dos y el vigilante que fue atendido por los pescadores cuando logró escapar del cuarto de la depuradora fueron los tres principales testigos con los que contó la Brigada de Policía Judicial de Estepona para comenzar su operación Emare.