BOTSUANA

Entre elefantes en el Parque Nacional de Chobe

Los primeros domingos de cada mes, proponemos un destino salvaje, un lugar extraordinario para el encuentro con fauna salvaje en libertad. Viajamos al rincón del África austral donde es más fácil ver grandes manadas de elefantes: el Parque Nacional de Chobe, en Botsuana.

Mariano López

Madrid |

El Parque Nacional de Chobe posee una de las mayores concentraciones de elefantes del mundo. Se estima que este mes de octubre, el mejor mes para verlos, porque coincide con la estación seca, la que empuja a un mayor número de animales hacia el río Chobe y a sus humedales, puede haber en este parque cerca de 20.000 elefantes. Habitualmente, el resto del año, hay más de 15.000, lo que sitúa al Chobe entre las tres áreas de África con mayor población residente de elefantes. Las otras dos son: el parque Kruger, en Suráfrica, y el Delta del Okavango, en Botsuana. Pero tanto el Kruger como el Okavango tienen una superficie, una extensión mucho mayor que la del Parque del río Chobe. Y en ambos casos, tanto en el Kruger como en el delta del Okavango, los elefantes están más desperdigados por el terreno. De ahí que el lugar de toda África donde resulta más fácil ver grandes manadas de elefantes, grupos con más de cien, de doscientos o más ejemplares, sea en el Parque Nacional del río Chobe, en Botsuana.

Elefantes en el Parque Nacional de Chobe, Botsuana
Elefantes en el Parque Nacional de Chobe, Botsuana | Unsplash

Esta concentración de elefantes en un lugar tan concreto, se da por una suma de factores. Primero, que el río Chobe siempre tiene agua, incluso en el pico de la estación seca, ahora, en octubre, mientras que en otros lugares del África del este o del África austral, las lluvias son más ocasionales. Luego está que el gobierno de Botsuana, ha mantenido una política firme de conservación de este parque, desde su creación, hace 57 años, y ha protegido, también, sus corredores naturales con Namibia, Zambia y Zimbabue, lo que facilita la migración de animales hacia el Chobe. También ha influido la baja densidad de población humana. El norte de Botsuana, donde está el parque, apenas tiene habitantes y esto ha reducido, claro, los conflictos entre humanos y animales, más aún cuando Botsuana fue de los primeros países de África donde la población local constató que los ingresos por turismo podían superar a los derivados de la caza. El valor que la población local da a la protección del parque es el factor que quizá mejor explica que en los parques y reservas de Botsuana se encuentre la población de elefantes más elevada de toda África.

Hombre navegando por el río Chobe
Hombre navegando por el río Chobe | Unsplash

Visitar el Parque Nacional Chobe como extensión de las cataratas Victoria

La puerta principal de acceso a este parque se encuentra a diez minutos en automóvil de la localidad de Kasane, al nordeste de Botsuana. Kasane tiene un aeropuerto internacional, al que llegan vuelos diarios desde Johannesburgo, en Sudáfrica; desde Maun y Gaborone, en Botsuana, y desde Victoria Falls, en Zimbabue. Estas conexiones hacen que la visita, la estancia en el parque de Chobe, sea una magnífica extensión de un viaje al parque Kruger, al Delta del Okavango y, especialmente una extensión de la estancia junto a las cataratas Victoria, porque desde el pueblo que está junto a las cataratas, Victoria Falls, hasta Kasane solo hay 80 kilómetros por carretera, hora y media de camino en coche. Con una especial singularidad: la carretera que conecta Kasane con Victoria Falls pasa muy cerca de la cuádruple frontera, del tramo del río Zambeze que sirve de frontera a cuatro países: Botsuana, Zambia, Namibia y Zimbabue. Justo donde desemboca el río Chobe en el Zambeze.

Las Cataratas Victoria, desde otra perspectiva
Las Cataratas Victoria, desde otra perspectiva | Unsplash

De safari siguiendo el curso del río Chobe

El Parque Nacional del río Chobe ocupa unos once mil kilómetros cuadrados, distribuidos en cuatro áreas. El área más popular, la que ocupa el extremo del parque más próximo a las cataratas Victoria, es el área que acompaña durante unos 60 kilómetros el curso del río Chobe. El Chobe nace en Angola, como el Okavango, ambos cruzan la franja nordeste de Namibia y avanzan hacia el desierto, hacia el Kalahari. Pero el Chobe finalmente no se estrella contra las arenas, consigue desembocar en el Zambeze, en la cuádruple frontera. El parque del Chobe acompaña, envuelve, podíamos decir, el curso final de este río. Al que vienen a beber, cada día, elefantes, antílopes, jirafas, gacelas, depredadores, y en el que viven hipopótamos y cocodrilos.

Elefantes a orillas del río Chobe
Elefantes a orillas del río Chobe | Unsplash

Las otras tres áreas del parque son más áridas. En el centro del parque están las colinas de Savuti, formada por bosques de sabana, praderas, buen territorio para ver, en especial, leones; al noroeste del parque está la zona pantanosa de Linyanti, con más de 550 especies de aves, y entre ambas, zonas, Linyanti y Savuti se encuentra la última zona, Nogatsaa, una zona alta, muy seca, que acoge migraciones de elefantes y de herbívoros solo durante la temporada de lluvias. Los safaris en el área del río, se realizan en barco o en lancha. Conviene dedicar al menos dos días de estancia, hay muy buenos lodges, alojamientos, y como en todo safari fotográfico, no hay que jugárselo todo a un solo día, hay que dar oportunidades a la suerte, para poder ver, sentir, el espectáculo de la fauna, en este caso de los elefantes, centenares de elefantes, en libertad.

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Safari en el Parque Nacional de Chobe
Safari en el Parque Nacional de Chobe | Unsplash

El espectáculo de ver cientos de elefantes en libertad

Ver elefantes, en libertad, en los paisajes de África, es un espectáculo que te atrapa, te cautiva y que relaja. Porque el elefante, el mas grande de los mamíferos terrestres, tiene un comportamiento tranquilo, pausado, que transmite calma y que exige silencio, atención, porque se trata de un animal extraordinario. Su olfato es cinco veces superior al de los seres humanos, el doble que los perros, su oído es capaz de escuchar infrasonidos, como las ballenas, y su comportamiento social, tan familiar, tan pendiente siempre del cuidado de las crías, incluye el hecho, revelado en un estudio publicado el año pasado, de que los elefantes utilizan sonidos concretos, etiquetas vocales, para llamar a cada uno de los miembros de la manada. Karen Blixen, la autora de Memorias de África, era una apasionada de los elefantes. Y en su famoso libro dice: “En África aprendí que la grandeza puede ser silenciosa y que lo vasto no necesita palabras. Así eran los elefantes”.