Vol. 243 "Espíritu"

Nuestros oyentes saben que en este programa tenemos una especial disposición a oscilar de los temas más banales a los más profundos. Para nuestra vuelta hemos seleccionado uno de los densos; hoy queremos hablar nada menos que del espíritu. Vaya por delante una descarga (y una disculpa): difícilmente nos pondremos de acuerdo en definir un concepto para el que la RAE registra nada menos que once acepciones y que, necesariamente, será fuente inagotable de discusiones filosóficas.

A grandes rasgos, podríamos convenir que espíritu y alma son lo mismo. Sin embargo, en muchas ocasiones se les dota de connotaciones diferentes. El espíritu se puede entender como la conciencia o el entendimiento, y se puede llegar a considerar como algo colectivo, mientras que el alma es individual y suele apelar a nociones más filosóficas o religiosas. Para un cristiano, dotado de cuerpo, alma y espíritu, es este último el lugar esencial de la existencia, y el que ha de ser modulado mediante la voluntad para lograr el perfeccionamiento personal.

Lo que sucede es que las tareas de introspección suelen ser más duras y complejas de lo que parece y no es nada fácil enfrentarse a uno mismo, alcanzar la paz o la plena conciencia. La noche oscura del alma es especialmente fría y larga, y se habita en soledad.

Texto: Tatiana Tereshkova