En la tesitura en la que se encontraba el club a Laporta solo le quedaban dos alternativas: una era la de mantener el bloque de la temporada pasada dándole mayor responsabilidad a los Pedri, Araujo, Gavi y compañía y apuntalar alguna que otra posición con los futbolistas que llegaron con la carta de libertad como Kessie o Christensen. El riesgo de ese proyecto era el de no cumplir las expectativas de la afición, no competir lo suficiente en liga y sobre todo en Europa y alejarse de la élite. Menos rendimiento menos ingresos. Pero era una opción, más conservadora y que hubiera permitido al club Tratar de ir sanando poco a poco las cuentas y rebajar la importante deuda financiera que arrastra.
La pregunta es si lo hubieran entendido los aficionados y seguidores del Barcelona un año casi casi de transición. En el mundo del fútbol no puede haber años de transición y menos para equipos como el Barcelona obligados a ganar siempre en todas las competiciones en las que participa.
La otra alternativa era más agresiva y arriesgada y es la que al final eligió la junta directiva que preside Joan Laporta.
Hipotecar el futuro a costa de potenciar el presente, vender patrimonio y endeudarse más a largo plazo a cambio de tener más garantías de competir y buscar los objetivos que por historia se le exigen al Barcelona.
Tampoco es que te garantiza el éxito la gran plantilla que está haciendo el Barcelona pero desde luego, hay bastantes más posibilidades de conseguir el éxito con estos futbolistas que han llegado como Lewandowski, Kounde y Rafinha que sin ellos.
Ahora toda la responsabilidad pasa a manos de Xavi Hernandez Que tiene en sus manos un colectivo de futbolistas con la calidad suficiente como para exigirles buenos resultados y éxitos a muy corto plazo. Lo contrario sería una enorme decepción y además agravada por el hecho de que la inversión económica ha sido muy importante y casi casi fuera de sus posibilidades.