Un equipo científico de la Universidad de Málaga ha desarrollado una herramienta estadística que mejora la detección de tendencias climáticas futuras. Se trata del índice ‘Extended Mann-Kendall’s tau’, que permite integrar proyecciones de múltiples modelos climáticos y escenarios socioeconómicos en un solo indicador, ofreciendo una visión clara sobre cómo evolucionarán las temperaturas y las precipitaciones en Andalucía.
Este índice diseñado también por los investigadores de la UMA José Antonio Sillero y José Damián Ruiz Sinoga, del departamento de Geografía, y por Javier Martin Vide, de la Universidad de Barcelona, ya ha sido aplicado a las proyecciones climáticas de Andalucía provenientes de los modelos del IPCC -simulaciones matemáticas complejas que representan el sistema climático de la Tierra, desarrolladas y validadas por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático- para el horizonte temporal hasta 2100.
Olas de calor y noches tropicales
Los resultados, que han sido publicados en la revista científica ‘Physical Geography’, prevén en relación a las temperaturas,un incremento generalizado en todas las variables térmicas (temperaturas máximas y mínimas, olas de calor, noches tropicales), con tendencias más intensas en el valle del Guadalquivir y áreas interiores. Las costas mediterráneas muestran un efecto moderador, aunque las noches tropicales aumentarán también significativamente (un valor del índice superior a 0.84 sobre un máximo de 1).
Resulta “especialmente significativo” el marcado y sostenido incremento de las noches tropicales y de las olas de calor en Andalucía, con una intensidad máxima en el valle del Guadalquivir y una tendencia igualmente destacable en el valle del Guadalhorce.
Sequías prolongadas y eventos extremos
En cuanto a las precipitaciones, por otro lado, se predice una reducción generalizada en la lluvia anual, especialmente en la fachada atlántica y la costa mediterránea, lo que implica mayor riesgo de sequías prolongadas y eventos extremos.
Así, se observa una dicotomía en las tendencias de la precipitación anual entre la zona interior más oriental —las Béticas y parte de Sierra Morena— y el resto del territorio, que se encuentra bajo la influencia atlántica, aunque en todos los casos las tendencias son negativas.
