OPINIÓN

Monólogo de Alsina: ¿Quién es el títere y quién el titiritero?

En esto hay unanimidad. Ver a Pablo Iglesias de esmoquin confirma que hace bien en vestir siempre su camisa de Alcampo. Si no te queda bien, no te queda bien, Pablo. Tanto innovar en las apariencias —los símbolos que dijo Errejón cuando tomó posesión del Hemiciclo— para acabar rendido a algo tan convencional, tan de toda la vida entre los políticos españoles, como querer agradar a los empresarios y trabajadores del cine.

Carlos Alsina

Madrid | 08.02.2016 08:10

Ahora que ya formaba parte del sistema, a Podemos le faltaba formar parte del star system. Y ahí está Pablo, feliz de codearse con fin con un montón de famosos que, en muchos casos, son peores actores que él. Y si haber pasado él por la escuela de arte dramático.

Estando aún en la oposición, arriesgas poco yendo a la gala de los Goya. Sabes que las puyas con verdadera mala leche siempre irán contra el ministro del PP. A los dirigentes de los demás partidos se les hace media broma blanca y que no duela. Allí estaban Sánchez, Iglesias y Rivera, como si fuera las trillizas haciendo bolos. Con el pobre Garzón relegado a una fila de las corrientes aun siendo el único que ya está decidido a hacer presidente a Pedro, con sus…dos escaños. Bueno, el PNV también está decidido, pero Aitor Esteban no sé si estaba en la gala. Como él nunca tendrá mano para bajar el IVA cultural igual no le invitaron.

La gala, como ya sabrán y un año más, no es fuera interminable, es que se hizo. Porque un año más los guionistas debieron de tomarse la noche libre. Pudo habérsela tomado también Resines, presidente de la asociación, que hizo un discurso de campaña electoral…de elecciones a delegado de curso. Los clásicos: el IVA, las descargas, la presión a los políticos y el nosotros somos la cultura. Ni media palabra sobre el fraude de las taquillas infladas y los espectadores inventados para cobrar subvenciones. Ni él la dijo ni nadie se la reclamó. La corrupción propia enterrada bajo la alfombra roja. Cultura española.

A falta de bandera nueva que enarbolar en esta edición —-el no a la guerra, cuando de Siria se trata, tiene poco público—-, lo intentó Juan Diego Botto evocando a los titiriteros detenidos en Madrid el viernes. Y Pablo Iglesias, siempre al quite, escribió allí mismo un tuit elogiando el coraje de Botto, rodilla en tierra. Nunca pierdas la oportunidad de convertir cualquier asunto irrelevante en un acto heroico: los valientes enfrentados a los poderes fácticos de los que el resto de la Humanidad es una mera marioneta.

Hombre, coraje en la gala de los Goya sería pedir el voto para Rajoy, o reclamar que le bajen el IVA a otros productos antes que a las entradas de cine o discutirle a Resines el dato que dio sobre las descargas de películas en España. Pero defender a los titiriteros tenía tanto riesgo como aplaudir a Manuela Carmena. Ninguno.

A los dos titiriteros detenidos no les va a pasar nada porque, desde el punto de vista legal, no hay caso. Ellos ya han explicado que el cartel que aparece en su función, el de Gora Alka-Eta, por Al Qaeda y ETA, no es un grito en favor del terrorismo, sino un recurso que forma parte de la trama…marionetil. Porque esta función tiene un argumento muy elaborado, verán: consiste en que el malo de la función, Don Cristóbal aparece encarnado en un policía, un juez, un abusador y una monja. Los poderes fácticos, que causan la violencia estructural que sufre la sociedad —dice la sinopsis—. El suyo, dicen los titiriteros, es un espectáculo para adultos, una sátira sobre cómo los poderes establecidos (policía, jueces, Iglesia) son enemigos de la libertad y manipulan los hechos para silenciar al discrepante. Por eso sale un policía, sin escrúpulos —por supuesto—- que le arrea un golpe a la protagonista, ésta queda grogui, y él coloca una prueba falsa, la pancarta a favor de ETA y Al Qaeda, para que la condenen. Todo lugares comunes, la verdad: el policía corrupto, el juez casposo, la monja cómplice y la pobre muchacha víctima, que por supuesto es anarquista.

Su principal argumento de defensa es que…la obra no es para niños. Que fue el ayuntamiento quien la publicitó como "para todas las edades" como si fuera un guiñol infantil, cuando es guiñol para mayores (para mayores anarquistas) y comprometido (con la causa libertaria). Pues hombre, si haces la función en medio de una plaza un viernes por la tarde, asomas la cabecita y ves lo que hay. Y si está lleno de niños, la suspendes.

Ahora sólo queda que expliquen por qué un grupo anarquista libertario, que está contra el sistema, los gobiernos y las leyes, vive de que lo contraten los gobiernos municipales. O sea, del sistema. La libertad de expresión es un valor máximo en una sociedad libre.

Los titiriteros no hacían apología del terrorismo sino del anarquismo.

Y la libertad de expresión tiene los límites que la ley establece, ni uno menos pero ni uno más.

Los titiriteros pueden hacer con sus guiñoles lo que les parezca. No es de ellos la responsabilidad de que se ofrezca una función como ésta a un público infantil. Es del ayuntamiento que la contrata, la programa y la paga.

Y es el gobierno municipal de Madrid el que, cargándole el muerto al de abajo, ha culpado del disparate a esta nueva figura llamada los programadores. Para entendernos, gente contratada para escoger las actividades y las compañías que las realizan. El contratado para elegir las actividades del carnaval en el distrito de Tetuán fue, curiosamente, un vocal de Ahora Madrid en el distrito de Tetuán, todo queda en casa. Ferrer Prada, al que ahora repudia el gobierno municipal rasgándose las vestiduras por lo mal que hizo su trabajo. ¿Y el trabajo de elegirle a él, quién lo hizo?

El gobierno de la ciudad de Madrid va de patinazo en patinazo. Cuando no es por las ocurrencias de poner a las madres a limpiar los colegios de sus hijos es por la ignorancia histórica de retirar placas que nada tienen que ver con el franquismo. Cuando no es por la cabalgata es por el carnaval.

Y la responsable de ese gobierno es la alcaldesa Carmena. Que no puede pasarse los próximos cuatro años pretendiendo que ella nunca se entera de nada, que son sus jóvenes oficiales los que se la cuelan. No puede pasarse cuatro años diciendo: ay, son cosas de los chiquillos. Haga madurar a la muchachada o asuma como propios sus despropósitos. Quién es el títere en ese ayuntamiento y quiénes los titiriteros.