¿Tienen sabor los recuerdos? Se suele decir que a la gente se le conquista por el estómago, pero, ¿y si al estómago se le añade un recuerdo feliz de la infancia?
Estas preguntas se las hizo Irene Iborra. Ella es la quinta generación de una familia de heladeros y horchateros. Sin embargo, quiso ir más allá de lo que encontramos en una heladería habitual.
¿Qué pasaría si creamos un helado que te haga revivir el pasado? Pues fue dicho y hecho. Junto a su marido, se lanzó a crear la heladería de los recuerdos; un concepto de neurogastronomía, que combina la relación entre el cerebro humano y el arte culinario. ¿Su intención? Hacer sonreír a los vecinos de Rambla del Poblenou, en Barcelona.
En 'Por fin no es lunes' hablamos con Irene Iborra, propietaria de 'Mamá heladera'. Nos cuenta cómo surgió la idea: "Hace diez años me enseñaron el poder que tenían las piezas para hacerte recordar momentos. Por ejemplo, la pimienta blanca huele muy parecido a un zoo. A partir de ahí fui investigando".
Para esta investigación, hizo un trabajo de campo con los vecinos. Le llamó la atención un recuerdo que se repetía numerosas ocasiones: la abuela haciendo la bechamel de las croquetas. Otros, al echar la vista atrás, mencionaron la lavanda. "Es muy común. Nos recuerda a muchísimas cosas y juntarlo a un sabor tan poderoso como la cereza ácida es como si estuvieses trepando en el árbol", explica.
"En el helado lo que predomina es el aroma, que es lo que más nos hace recordar. Recordamos un 30% de las cosas que olemos, con la vista tan solo el 5%", sostiene.
Irene Iborra nos comenta una anécdota: "Hicimos un helado de coco con almendra amarga y buscando qué recuerdo era surgió el de la plastilina".
