Ya es mala suerte. Se había reservado el gobierno para hoy presentar a bombo y platillo lo que llama dos logros económicos.
La reducción de la jornada laboral, que se hace sin el apoyo de la patronal, y el aumento en dos décimas de la previsión de crecimiento, que como éxito es cuestionable cuando seguimos a la cabeza europea en paro juvenil, niños en pobreza energética o en número de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza.
Pero bueno. El gobierno quería su momento de gloria y va el día y se lo amarga. Con la destrucción de 242.000 puestos de trabajo, con la imputación por tráfico de influencias de la asesora de Moncloa que hacía trabajos para Begoña Gómez y con la petición del juez a la Guardia Civil para que investigue el patrimonio de Ábalos a ver qué encuentra. Cuando las cosas se ponen a la contra, no hay quien las pare.
