Decía Machacho que "a las palabras de amor les viene bien / un poquito de exageración". A las de desamor, también. Y en esta historia hay exageración a raudales. Hay la de Otegi, con su falso heroísmo de "no nos van a domesticar". Y hay la de Asens, de Unidas Podemos, que con desparpajo manipulador proclama: "A Marchena no le gusta que Bildu apoye los Presupuestos".
Vamos a ver: la repetición del juicio no es una decisión política. Es una decisión judicial derivada del palo que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos le dio a la Audiencia Nacional. La Justicia europea invalidó la condena de Arnaldo Otegi por falta de imparcialidad de una magistrada. Y el Fiscal del Supremo asumió una petición de Vox de repetir el juicio, porque el Convenio Europeo de Derechos Humanos permite que se haga en el caso de que se produzca "un vicio esencial en el proceso anterior".
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¿Existió ese vicio? Evidentemente sí. ¿Hay intención de perseguir al señor Otegi? También se podría argumentar lo contrario: hay intención de favorecerle porque la sentencia condenatoria anterior ha sido injusta. Incluso el líder de Bildu podría ser indemnizado. Lo que hace el Supremo no es entorpecer el blanqueamiento de Bildu, que no es asunto suyo. Es, sencillamente, evitar que quede una sombra en la Justicia española. Y dicho eso, permíteme, Alsina, una confesión: nunca deseé tanto una sentencia absolutoria. A ver si así termina de una vez tanta demagogia con la Justicia y tanta manipulación.