Me cuesta mucho hacer una interpretación. Lo único que puedo decir ante la ausencia de información fiable es que en la relación Justicia-Corona hay dos días al año de especial vínculo: la apertura del Año Judicial y la entrega de despachos a los nuevos jueces. Ni Juan Carlos I ni Felipe VI faltaron nunca a esos dos actos. Segundo, que las acciones y discursos del monarca son refrendados por el gobierno. Tercero, que la presencia del rey en Barcelona fue confirmada por la Casa Real y declinada después. Eso de que nunca se confirmó o que el gobierno no tiene nada que decir es una discreción que no llamaré cobarde, pero sí oscurantista.
La decisión de no acudir puede deberse a tres motivos: exigencia del independentismo, coincidencia con la sentencia de inhabilitación de Torra, que provocará conflictos en la calle, y veto del gobierno, que significa reducir el protagonismo del monarca. Esto último prefiero no creerlo. Digo más: no puede ser, por mucho que una parte del Ejecutivo quiera avanzar hacia la República. Respecto a la inhabilitación, poco Estado tenemos si es incapaz de hacer una agenda donde ambos hechos no coincidan y si es incapaz de garantizar la seguridad del jefe de ese Estado. Y si hubo exigencia del independentismo y se cedió, no es posible tanta debilidad. Como algo de eso tuvo que haber ocurrido, tenemos derecho a reclamar claridad. Aunque sea inventada. Contra especulaciones peligrosas, quizá sediciosas, solo cabe la información.