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Fernando Ónega: "A Iglesias le domina el populismo que lleva dentro"

Lo que le ocurre a Pablo Iglesias es que tiene dos almas. Una, la clásica, la que está en su ADN, es la populista. Otra, la nueva, la que está estrenando, es la de gobernante.

Fernando Ónega

Madrid | 19.02.2020 07:26

La primera está mucho más consolidada, con muchos años de práctica, y le llevaría a estar mucho más a gusto montado en un tractor y cortando una autovía, no importa en qué lugar. La otra le lleva a sentarse con los líderes de la protesta para encontrar una solución. Pero le domina el populismo que lleva dentro. Se le impone y en vez de llamar a la calma, que suele ser el defecto de los ministros, le sale del corazón un "seguid apretando", como a Torra le salió el "apretéu".

¿Apretando a quién? Apretándole a él, que es el poder, se supone. Apretándole a él, que necesita la presión. "Apretadme, que desfallezco". "Apretadme, que tenéis razón". Quizá piense que así los campesinos pasarán de decir "Coletas, cabrón, coge el azadón" a una nueva consigna: "contra el coletas, no, que es de los nuestros, aunque sea sin azadón".

Y un Iglesias así apretado tendrá fuerza para imponerse no se sabe a quién, pero con legitimidad de queja ante el Consejo de Ministros, Bruselas, los mercados y los supermercados. Es, efectivamente, una nueva forma de gobernar: gobernar instigando la protesta; gobernar poniéndose al frente de la manifestación. Lo malo será cuando despierte y vea que el dinosaurio sigue allí, llamando inútil a su gobierno y reclamando menos adhesiones y más eficacia en la solución.