Yo me voy a la Peineta, al estadio Wandametropolitano, donde acuden a millares, los que gustan del fútbol de emoción
Ya veis que no encaja la letra ni con vaselina, pero son los requisitos de todas las decisiones traumáticas que se están perpetrando con el Atlético de Madrid. No ya por la idea de desarraigar el templo del Calderón y llevarnos al exilio, sino porque esta iniciativa inmobiliaria, que no deportiva, significa que el Atleti jugará siempre fuera de casa.
Contribuye a la sensación de la diáspora la decisión de llamar al estadio Wanda Metropolitano.
Ya me diréis que atlético se emociona con el nombre del emporio chino. Y quién de los nuestros, en cambio, no hubiera agradecido una alusión a Luis Aragonés o a Gárate.
No hay derecho a romper con los símbolos de identificación de un equipo con sus aficionados. Se va a demoler el Calderón, se nos va exiliar en la peineta -la peineta, correcto- y se ha decidido cambiar hasta el escudo, probablemente para ir sustituyendo el oso y el madroño por el oso panda y el bambú, de forma que Wang Jianlin, el hombre más rico de Asia, se vanaglorie de habernos colonizado y persevere en la lucha de egos con que miden sus fuerzas y sus huevos los grandes financieros.
Supongo que el siguiente paso, siempre con la aquiescencia de Cerezo y Gil en el papel de vasallos al emperador, será vestirnos de rojo, con la hoz y el martillo en el pecho, quitarle el 9 a Torres, convertir en burro a Imperioso e inculcarnos un nuevo himno. Que ya os adelanto en exclusiva.
