Monólogo de Alsina: "Los mundos (azucarados) de Yupi"
Carlos Alsina reflexiona en Más de uno sobre el plan Presupuestario que el Gobierno ha enviado a Bruselas.
Yupi era un extraterrestre (naranja) procedente del planeta Tacatón que, con su compañero Astrako tuvo que aterrizar de emergencia en España porque su nave espacial estaba gripada. Aquí hizo muchos amigos y se los llevó de excursión por otros mundos que él siempre veía de color de rosa.
Y no finja usted que no sabe de qué le hablo porque en cuanto escuche esta cancioncilla va a querer cantarla.
Este programa infantil de finales de los ochenta ha aportado a la cultura popular española la expresión ‘los mundos de Yupi’, que viene a significar vivir fuera de la realidad en un mundo maravilloso que no existe.
Pequeño ejercicio de memoria televisiva.
Bien. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha informado a la comisión europea de la recaudación ---nunca antes vista--- que va a conseguir el próximo año para las arcas públicas a través de los impuestos.
El gobierno calcula unos ingresos de 494.000 millones de euros, 33.000 más que el año 19 (cuando no había pandemia). A pesar de la caída de la actividad económica que se ha producido, la disminución de beneficios de las empresas, la retracción del consumo que están haciendo las familias y el aumento del paro, el 2021 marcará un hito en la historia de la Hacienda española. Más recaudación que nunca.
¿Cómo es posible?, se preguntará usted (que desde niño ha sido preguntón).
Pues porque Hacienda va a mejorar muchísimo la lucha contra el fraude (siete mil millones cree saber que conseguirá el año que viene) y va a ingresar un montón con los nuevos impuestos que ha preparado. El que gravará los plásticos de un solo uso, el de las tecnológicas de Internet, el de las transacciones financieras. Ah, y el de los alimentos y bebidas que tienen tal cantidad de azúcar que hay que hacer que paguen más impuestos quienes se los coman o se las beban. Bebidas azucaradas, el IVA pasa del 10 al 21 %.
Del IRPF no dice nada el plan presupuestario que ha enviado a Bruselas. Donde deben de sentirse privilegiados porque siempre se enteran de los números que prepara el gobierno antes que el Parlamento que representa a los españoles. A falta de proyecto presentado a la cámara, hay que fijarse en lo que se ha enviado a Bruselas. Que no incluye, por cierto, subida de IRPF para las rentas más altas. No se hagan ilusiones, ricos que nos están escuchando. Que no esté puesto en el plan sólo significa que aún no han terminado de negociar el tema con los socios que necesitan para sacar adelante las cuentas en el Congreso. A Iglesias le dejas sin su subida de IRPF, y de patrimonio, para los que más tienen y a ver de qué va a presumir el día que los Presupuestos se presenten.
De momento el aroma, aparte de a Yupi en la estimación de ingresos por fiscalidad, el aroma del programa económico es más Calviño que Iglesias. La vicepresidenta, por cierto, es la integrante del gobierno mejor valorada por los encuestados del CIS. Le ponen un 5. La única que aprueba. Saca mejor nota que Sánchez. Iglesias tiene un 3,4 y está en el pelotón de cola de apreciación ciudadana, con Castells, con Campo y con Irene Montero.
Dos días después de que Lastra y Echenique, pareja gubernamental, presentaran la reforma para poder elegir a los vocales del Poder Judicial con menos diputados que ahora, la única defensa entusiasta que se ha escuchado de la reforma ha sido la de Lastra y Echenique.
De las asociaciones judiciales, la única que no se ha escandalizado ha sido Jueces para la Democracia, pero un apoyo cerrado tampoco ha manifestado. De los partidos políticos, ni siquiera los socios de investidura con los que el gobierno cuenta para consumar la rebaja han dicho aún que vayan a apoyarla. Ya escuchamos a Rufián, temeroso de que alguna vez cambie el viento y sea una mayoría conservadora la que se asegura diecisiete de veinte vocales de una tacada. De los ministros jueces Robles y Marlaska no se tiene noticia desde que Echenique y Lastra pusieron el huevo. Y la fiscal general Dolores Delgado se permitió recordar ayer que una reforma que afecta al funcionamiento del Poder Judicial convendría que contara con el criterio (cuando menos) de los órganos consultivos del Estado, a los que el gobierno se ha saltado tramitando el proyecto como si fuera cosa de sus dos grupos parlamentarios.
A este entusiasmo nacional por la reforma (el clamor social que detecta Moncloa y que hace inexplicable que no la llevaran en su programa electoral de noviembre) se suma el ceño fruncido de la comisión europea, que pronunciarse no se ha pronunciado, pero que se ha ocupado de que se sepa que rebajar mayorías para elegir el gobierno de los jueces no le parece que vaya en la dirección adecuada. En rigor, lo único que ha recordado la comisión es que las reformas judiciales en los países miembros deben hacerse consultando a todas las partes afectadas. Pero a la vez, miembros de la comisión han hablado con periodistas para transmitir la preocupación que les produce que a Sánchez le estén saliendo hechuras de primer ministro polaco. Cambiar los tres quintos del Parlamento por la mitad más uno sólo significa una cosa: menos pluralidad en el respaldo a los vocales del Consejo. O en palabras de una de estas fuentes que hablan con la prensa en Bruselas, que una cosa es que la comisión urja a que se renueve de una vez el CGPJ español y otra que vaya a aplaudir que se haga de cualquier manera.
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