opinión

Monólogo de Alsina: "El Gobierno se desmiente a sí mismo"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo de Más de uno sobre el cambio en el sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial propuesto por el PSOE y Podemos.

Carlos Alsina

| 15.10.2020 08:22

Aquí todavía no ha llegado pero quién sabe si no acabará llegando. ¿El qué? La reclusión nocturna por decreto. Esta nueva herramienta para parar contagios que anoche anunció el presidente Macron en Francia. O para entendernos, toque de queda. De nueve de la noche a seis de la mañana nadie se mueve de casa en las grandes ciudades.

El gobierno francés, como los gobiernos de aquí (el central y los autonómicos) señala al sector del ocio nocturno, las fiestas y las actividades sociales como la causa de que se hayan acelerado los contagios. Objetivo: vaciar por la noche el centro de las ciudades. Hasta ahora se recurría, como aquí, a adelantar el horario de cierre de bares y discotecas, ahora se prueba con esta otra modalidad: adelantar el cierre de los hogares.

Las dos próximas semanas son de vacaciones escolares en Francia y eso aumenta el trasiego de familias a segundas residencias. Allí, a diferencia de aquí, lo de los confinamientos perimetrales no se estila. Hay recomendación de no moverse mucho por el país, pero no hay prohibición de desplazarse.

El gobierno español repite mucho estos días, casi con alivio, que la segunda ola ya se manifiesta con fuerza en otras naciones europeas. Esto de 'no somos los únicos' que, en realidad, tiene poco de consuelo. Como hoy se juntan de nuevo los gobernantes europeos en Bruselas para su cumbre interminable (tienen pendiente concretar cuándo y cómo llegará el manguerazo de dinero europeo) pueden aprovechar para intercambiar experiencias sobre coronavirus y cogobernanzas.

Al gobierno español lo que más le interesa de esta cumbre, imagino, es sondear cómo de serias son las trabas que algunos gobiernos pueden acabar poniendo a las transferencias de dinero: el trasvase con el que la ministra Montero pretende alimentar los presupuestos generales del año próximo.

Entre los reticentes está Polonia, que amenaza con el veto (o el bloqueo, que es una palabra de uso frecuente ahora en España) si las instituciones europeas se entrometen en las reformas legales que viene haciendo el Parlamento polaco sobre el Poder Judicial y la fiscalía. Entiéndase que 'intromisión' es como lo considera el gobierno polaco, que tiene mayoría absoluta en el Parlamento y está utilizando twitter (y la reforma que pretende Sánchez para cambiar aquí las mayorías de elección de vocales judiciales) para declararse víctima de la persecución del gobierno europeo. Es el agravio comparativo (del que tanto sabemos en la España autonómica) pero en versión europea. Polonia diciendo: siempre están hablando de lo que hago yo, cuestionando mis reformas legales, pero con la España de Sánchez y sus reformas no se atreven. En twitter escribió ayer el viceministro polaco de Exteriores: 'Si la Union Europea sanciona a Polonia por elegir al poder judicial por mayoría de tres quintos en el Parlamento, qué hará Bruselas si España nombra al CGPJ por la mitad más uno'. El gobierno polaco cambió el procedimiento para elegir a los vocales, que antes era cosa de los jueces y ahora del Parlamento, pero además de eso hizo otras cosas: como adelantar la jubilación de jueces del Supremo para hacer limpia, imponer un régimen disciplinario a los jueces cuestionado por el Tribunal Europeo de Justicia o convertir en fiscal general del Estado al ministro de Justicia (sin esperar a que cese como ministro, quiero decir, a diferencia de lo que pasó aquí con Dolores Delgado. Hay diferencias entre lo de Polonia y lo de España, pero es verdad que al aroma puede resultar parecido. Y lo último que le conviene ahora al gobierno de España es que en Europa se nos vea con recelo no ya por nuestras averías económicas o nuestra segunda ola desbocada, sino por modificaciones impulsadas por el gobierno que afectan al poder judicial.

No está previsto que hoy se diga una palabra de todo esto en la cumbre europea, pero el gobierno polaco está avisando.

El diputado Errejón dijo ayer dos cosas que tienen sentido: una, que el PP está obligado a facilitar la renovación del Consejo; y dos, que antes de ponerse a cambiar las reglas para salvar un problema de ahora mismo conviene imaginar todos los posibles escenarios futuros.

¿Y en qué está pensando Errejón? Pues es fácil imaginarlo. En esto que dijo ayer Rufián: qué pasa si algún día la mayoría absoluta del Congreso la tienen no el PSOE con Podemos y los independentistas sino… la derecha.

Como se ve, para Rufián la unidad de medida siempre es la misma. La forma de elegir vocales del Poder Judicial no es buena o mala de por sí, sino en función de si son los partidos de izquierda los que se aseguran la mayoría de los vocales o son los partidos de derechas. Hoy es un escenario muy improbable, claro, pero lo que están diciendo Errejón y Rufián es: ¿nos seguirá pareciendo fantástico que sirva con 176 diputados para garantizarse quince o dieciséis vocales de veinte… si es Abascal quien está gobernando España? ¿O llegado ese escenario pensarán que no compensaba rebajar las mayorías sólo para salvar el bloqueo del PP? Son preguntas interesantes que cabe extender esta mañana a los medios y los comentaristas que están aplaudiendo esta reforma.

Al único de los tres jueces ministros al que se le ha escuchado hasta ahora decir algo sobre la reforma que registraron los hermanos Lastra (Lastra Echenique) es a Juan Carlos Campo. Que más que defender lo conveniente y desbloqueante que resulta rebajar las mayorías necesarias ha defendido lo bueno que sería que el PP se sentara a negociar y que las reglas permanecieran como están ahora.

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