OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Está por ver si Trump, además de deshacer acuerdos internacionales, es capaz de ponerlos en pie"

Hoy tenemos un problema: si el día que Obama anunció el acuerdo con Irán dijimos que era un paso hacia la paz mundial, hoy que Trump ha anunciado que rompe el acuerdo, a ver qué decimos.

@carlos__alsina

Madrid | 09.05.2018 08:01

Va usted ahora mismo en el coche, sufriendo el atasco, y me está diciendo: "Estoy yo para pensar en Irán a estas horas, Alsina".

Hombre, no nos pongamos tremendos, que tampoco son horas, pero muy tranquilizador no suena este pasaje del discurso que hizo anoche Donald Trump, el pasaje más ‘oh my god’ la que se puede acabar liando.

"América no se dejará utilizar como rehén del chantaje nuclear. No permitiremos que se nos amenace con destruir las ciudades americanas y no permitiremos que un régimen que desea la muerte de América disponga de las armas más letales del planeta".

Escuchas esto y te vas hoy a trabajar pensando que el mundo está conteniendo el aliento por lo que pueda pasar. Luego ya llegas al trabajo y como el que tiene que contener el aliento eres tú porque no hay día en que no te surjan cuarenta problemas, pues lo relativizas. Y caes en la cuenta de que Trump estaba anunciando anoche que rompe un pacto internacional firmado por Rusia, por China, por Francia, por el Reino Unido. O sea, que le venía bien este registro de muerte y destrucción para cargarse de razones y justificar que si país se sale. Irán vuelve al eje del mal.

El acuerdo éste —del año 2015— se resume en que Irán acepta límites a su programa de energía nuclear, y acepta que lo supervisen las potencias internacionales, a cambio de levantarle las sanciones y permitir que extienda sus relaciones comerciales con estos países y con sus empresas. El régimen iraní se compromete a no emplear su tecnología nuclear para fabricar armas y las otras potencias le toman palabra y se lo premian con inversiones. Ésta es la esencia. Si en 2015 se presentó el pacto como la seguridad de que Irán no llegaría a tener la bomba atómica, en 2018 se corre el riesgo de que la ruptura del pacto suponga lo contrario, que la amenaza de conseguir esa bomba aumente. ¿Cómo? Si Irán rompe del todo y ni supervisión ni inspectores de la ONU ni gaitas.

Tranquilos todos, que eso de momento no ha pasado porque pacto sigue habiendo, sólo que hay uno que se ha borrado.

Éste es el mensaje, dice Trump: no firmamos acuerdos vacíos. (Mensaje al norcoerano Kim Jong-Un por si quiere darse por avisado).

Miren, Trump siempre ha pensado lo mismo: que Barack Obama era un pardillo. Un tipo enamorado de su mismo al que los enemigos de América le tenían tomada la medida, le toreaban y se la colaban. Todos los acuerdos internacionales que firmó Obama fueron, para Trump, la prueba de su torpeza para negociar y su aptitud para devaluar a los Estados Unidos como potencia. Él, Trump, se considera a sí mismo, antes que cualquier otra cosa, un magnífico negociador, sino de qué habría llegado a construir su imperio empresarial, ésta fue siempre su matraca.

En su primer año, la política internacional de Trump ha consistido en deshacer los acuerdos a los que llegó Obama. Los acuerdos comerciales, los acuerdos medioambientales y los acuerdos nucleares. Todos al desván de los trastos. Ahora falta ver si es capaz de poner en pie sus propios acuerdos. Porque el riesgo que corre, claro, es que los pactos internacionales de los que él se borra sigan adelante y con resultados. Qué pasa si el mensaje que al final queda es que tampoco es imprescindible que Estados Unidos forme parte de un acuerdo para que éste tenga relevancia.

Con el CIS y cómo van clasificados los partidos políticos ya ven ustedes lo que pasó ayer. Como al PP la encuesta le ha ido regulín salió ayer Rafael Hernando a hacer ver que tampoco le dan tanta importancia a estos números.

Eso es. Para los españoles, no para las encuestas. Claro que sí.

¿Quién responde a las encuestas?

No creerá usted que son los mismos españoles para los que Hernando gobierna.

¿Quién responde a las encuestas?

Pues se lo voy a decir yo: los finlandeses.

Este CIS se lo habrán hecho a los finlandeses. Y para esos sí que no gobierna Hernando. Y por eso cuando el encuestador les pregunta a quién van a votar…

Dicen, como esta señora, que a Ciudadanos. Y este señor, que duda entre Rivera y Pedro Sánchez. (Pedro se dice Kátsiwota en finlandés).

Quién va a querer gobernar para las encuestas, ¿verdad? Las encuestas son muy malas gobernadas porque no valoran con justicia la entrega, la generosidad y el acierto de los gobernantes. ¿A que no, señora?

Dice que en Finlandia sí, men, pero que aquí somos gente ingrata.

En realidad en el partido que gobierna España lo más repetido ayer, al conocer el CIS, debió de ser "en ésta aún nos salvamos". Todavía no gana naranjito, aunque ya lo tengamos ahí, a punto y medio.

Los grandes números ya se los saben ustedes:

Ganaría las elecciones el PP con el 24 % del voto. (Hace dos años tuvo el 33%, hace seis tuvo el 44%, tela).

• La segunda plaza se la están disputando Ciudadanos y el PSOE con el 22 % del voto. Unas décimas más para Rivera pero que apenas significan nada.

• Y Podemos aguanta un poco por debajo del 20 %.

Dicho de otra manera: de cada cien votantes, veinticuatro meterían la papeleta del PP, veintidós la de Ciudadanos, veintidós la del PSOE, veinte la de Podemos. ¿Y eso qué significa?

• Pues primero, que a día de hoy es imposible aventurar quién gobernaría España. El primero le saca al segundo dos puntos y el tercero le saca al cuarto dos y poco. El margen del error del sondeo es de ¡2 puntos! O sea que aún podría ganar las elecciones Sánchez y quedar Rivera tercero. Sé que Sánchez cuando escucha esto agradece mucho que alguien contemple esta posibilidad aunque sea como una hipótesis muy hipótesis. (Un saludo a Pedro, que nos estará escuchando).

• Y segundo, que la gran novedad de esta legislatura es el crecimiento sostenido de Ciudadanos a costa del Partido Popular. Ésta es la conclusión más clara. Los dos partidos sumaban el 46 % del electorado en 2016 y siguen sumando el 46 % dos años después, sólo que entonces era un 33 a 13 a favor de un Rajoy revitalizado y ahora es un 24 a 22 a favor de un Rajoy que cada vez va pesa menos.