OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El PSOE tiene que encajar que se vea quién ha tenido la llave para aprobar los decretos"

No habrá foto de Casado y Rivera pidiendo el voto juntos.

Carlos Alsina

Madrid | 04.04.2019 08:16 (Publicado 04.04.2019 08:03)

No habrá foto porque los dos declaran como única opción un gobierno a pachas con la asistencia exterior de Vox si hiciera falta pero los dos compiten por el voto. Llevan semanas buscando la manera de cuadrar este círculo: juntos para gobernar, separados para disputarse votantes.

No habrá foto de Arrimadas y Álvarez de Toledo mitineando juntas pero sí hicieron tándem anoche en el debate que organizó La Vanguardia. Apenas un reproche suave de Cayetana a Inés por no haber promovido una moción de censura a Torra y apenas un reproche suave de Inés a Cayetana por los pactos que el PP alcanzó con los nacionalistas cuando le hizo falta. Más allá de eso, no hubo unidad de acción pero sí muchos mensajes similares. Y adversarios comunes, claro.

Por ejemplo, la candidata del PDeCAT, Laura Borrás. Ex consejera de Cultura de Torra y única de los seis participantes que habló todo el tiempo en catalán. Le recriminó Borrás a Arrimadas que la llame supremacista sin entender lo que significa. Y le animó a leer más.

El tándem no declarado de Arrimadas y Álvarez de Toledo: no ocultaron ni la una ni la otra la sintonía política y personal. Ratificaron su intención de gobernar juntas y recriminaron la dos al PSC, representado anoche en la ministra Batet, su predisposición a abrir camino a la autodeterminación bajo alguna fórmula inconfesable. Habla la ministra, responde la candidata del PP, interviene Rufián.

Con permiso de los demás, el choque Cayetana-Rufián fue lo más interesante de la noche. Un par de pasajes para animarles la mañana. El de la bandera y el boli, a ver cómo les suena.

Y éste otro, sobre la gestión económica de Rajoy y la pobreza.

En casa Sánchez, una buena noticia y una mala, como en el chiste. Esto es el presidente que está a punto de salir a dar un mítin. Llaman a la puerta. Es Iván Redondo. Sánchez le dice a Ábalos: José Luis, haz que pase. Y pasa Iván. Le dice al presidente: una buena y una mala, cuál quieres que te cuente primero.

· La buena. Hemos ganado la votación en el Congreso. Puedes contar en el mítin que seguimos reformando España. ¡Genial! Hoy en lugar del Titanic puedo hablar de Toy Story: seguiré gobernando hasta el infinito y más allá.

· ¿Y la mala? Te has hecho una foto con Otegi. ¿Con Otegi, por qué? Si con quien me he retratado es con los tres de siempre: Iglesias, Junqueras y Puigdemont. A ver, presidente, lo de Puigdemont y Junqueras muy buena venta no te creas que tiene. Pero es que encima está Otegi.

En términos de cálculo electoral, ésta puede ser hoy la pregunta: ¿qué pesa más en el ánimo del personal votante? Si el rosario de medidas aprobadas ayer (más permiso de paternidad, más años de contrato de alquiler, más subsidios para desempleados), o el camino al que ha recurrido Sánchez para aprobarlos: por decreto, con el Parlamento disuelto y recurriendo al independentismo para sacarlos adelante.

Se apunta el tanto el PSOE de consumar la operación decretos, pero lo hace teniendo que encajar que se vea quién ha tenido la llave.Para Ferraz es incómodo que la representante de Otegi en las Cortes anuncie lo importantes que van a ser a partir de junio, se entiende que si sigue gobernando Sánchez.

Otegi es ese individuo por quien bebe los vientos Esquerra Republicana pero que gusta poco a la mayoría de la sociedad votante, socialistas incluidos.

La alianza Otegi-Junqueras en un mismo grupo parlamentario de cuyos votos dependa la investidura y la continuidad de Pedro Sánchez es un escenario bien poco apetecible para el presidente. Mientras él reitera cada día su llamamiento a la participación y mientras sueña con poder gobernar sin depender de nadie, la votación del Congreso ayer vino a recordar que el llamado bloque de izquierdas incluye hoy a la izquierda independentista y a un partido que de izquierdas siempre ha tenido poco: el PDeCAT, reconvertido por Puigdemont en el PDeCUP.

Arrimadas con quien la tuvo ayer fue con el vicepresidente del Parlamento autonómico. En ausencia de Torrent, el hombre de Esquerra que se ha erigido en guardián de la cortesía parlamentaria (Esquerra, sí, el mismo partido que presume del mararrismo parlamentario en Madrid) fue el vicepresidente de la cámara Josep Costa quien se pasó de frenada —y de piel fina— en su afán por impedir que se le recuerde a Torra su propia obra y milagros.

Fascinante escuchar a un dirigente independentista esta exaltación de la censura parla-mentaria. Se pasan la vida acusando al Estado español de perseguir las opiniones —maldito estado represor—, se llena la boca denigrando al Constitucional por poner lími-tes a los asuntos que se votan —cómo vamos a impedir que se hable de lo que sea, dicen a coro Torrent y su antecesora Forcadell—, y luego le censuran a Arrimadas que lea en voz alta un viejo artículo de Joaquim Torra.

Ferrán López, comisario de los mossos de esquadra que sucedió a Trapero cuando se aplicó el 155. Antes había ejercido de enlace con los otros cuerpos policiales en septiembre y octubre de 2017. Declaró en el juicio del Supremo algo que ya había contado Trapero —que Puigdemont estaba advertido del riesgo de que hubiera violencia si man-tenía la convocatoria del referéndum— y algo añadido a lo que contó Trapero:que Puigdemont les dijo que, en caso de violencia, declaraba la independencia.

Para los procesados por rebelión es un testimonio poco favorable. Si advertidos de la posible violencia perseveraron en el referéndum, la tesis de la fiscalía (que es la del ins-tructor, Llarena) se refuerza. Aunque, a la vez, el comisario López mantiene que es falso que los mossos se pusieran de perfil y más falso aún que fomentaran ellos mismos el referéndum.

Sostiene el comisario que el coronel Pérez de los Cobos validó el despliegue de los mos-sos para el primero de octubre y que es injusto acusarles a ellos de engañarle o estafar-le, cuando estuvo siempre informado de lo que hacían y de las reuniones con el propio Puigdemont. Hay abierta discrepancia entre lo que cuenta el comisario sobre el desplie-gue del primero de octubre y lo que contó el coronel Pérez de los Cobos. Una de las defensas ha pedido un careo entre los dos testigos y el tribunal aún no ha respondido ni que sí ni que no.