El mundo se ha mostrado conmocionado hoy ante la repentina muerte del opositor ruso, Alexéi Navalny en la prisión ártica en la que se encontraba desde diciembre, según han informado los servicios penitenciarios de Rusia.
Navalny, que ya había sido envenenado en 2020 consiguió revivir entonces porque lograron sacarlo al extranjero, sino, tal y como asegura la historiadora y socióloga rusa Elena Bogush, "no hubiera salido adelante". Pero, comenta que él "ya sabía que esto podía repetirse en cualquier momento" y que por ello animaba a la ciudadanía a no rendirse.
El opositor ruso, cumplía una condena de 19 años en la cárcel de un pequeño pueblo detrás del círculo polar, totalmente aislado y con un clima atroz, donde las temperaturas alcanzan los 20 grados bajo cero. Considerado por el Kremlin como extremista por crear una fundación de lucha contra la corrupción también tachada por lo mismo. "El extremismo de Navlany consistía en querer participar en las elecciones y luchar contra la corrupción", explica la historiadora.
Bogush declara que esta muerte sospechosa no es casualidad y que ha ocurrido un mes antes de las elecciones presidenciales en Rusia "Por lo que se ve Putin quiere limpiar todo el espacio de cualquier sospecha de protestas u oposición", matiza.
