Un año después del inicio de la guerra la línea de frente se extiende a lo largo de 1.500 kilómetros, en un eje norte-sur del este de Ucrania. Las imágenes que allí se ven recuerdan a las de la Primera Guerra Mundial: soldados exhaustos en el fondo de las trincheras embarradas, enormes cráteres provocados por los proyectiles, pueblos y ciudades arrasado
En estos últimos 12 meses Ucrania se ha acostumbrado a los funerales, a ver las banderas azules y amarillas en los cementerios. El balance desolador: unas 100.000 bajas en cada bando, según los cálculos de occidente, aunque habrá que esperar al fin de la guerra para tener datos más concretos. Miles de civiles fallecidos: unos 8.000 en suelo ucraniano según la ONU. Y cerca de 18.000 herido
Cifras a las que hay que sumar la de los miles de prisioneros de guerra. De millones de refugiados, de desplazados internos… Esta guerra quedará en la memoria colectiva por imágenes como las de las masacres de Bucha o Kramatorsk. A las tropas rusas se les imputan ejecuciones, violaciones, torturas y secuestro de niños. Casi 70.000 presuntos crímenes de guerra han sido denunciados.
Ha pasado un año y la guerra parece lejos de acabar. En enero, occidente decidió suministrar tanques de combate a Kiev, rompiendo un primer tabú. El envío de cazas a Ucrania podría ser el próximo paso. Oleksandr Slyvchuk, es analista político del Instituto Ucraniano de política internacional, nos da su visión sobre el conflicto: "El fracaso de Urania supondría un fracaso de la independencia. Para Ucrania no existe otra manera que resistir".
"A veces dicen que es imposible que Putin se presente ante el Tribunal de Justicia, pero yo no veo otra alternativa. El mundo debe presentar algún registro de estos sucesos", señala y hace una visión de cara al futuro: "Rusia como país grande, un día va a entender que este gobierno debe huir y presentarse ante el Tribunal Internacional de Justicia"
