Antonio Ferrari es el propietario de la homónima vinoteca de Padova, que el pasado domingo hizo un ''descuento por niños educados'' a un grupo de clientes. Eran seis adultos y cinco niños. Lo pensó después de haber visto ''el espectáculo'' de los niños que, después de terminar de comer, mientras los mayores seguían de sobremesa, pasaron todo el tiempo tranquilos haciendo cálculos y coloreando hojas que habían traído de su casa. Además, en esa mesa no había ninguna tablet: sólo bolígrafos, marcadores y hojas. Les descontó 13 euros de su factura.
En una entrevista concedida al Corriere della Sera, Ferrari asegura que lo copió de un local de Miami que visitó hace unos meses y que actuó por instinto: ''Era un espectáculo demasiado bonito ver cómo interactuaban todos entre sí en la mesa. Los padres tenían más o menos mi edad, unos cuarenta años, los niños entre cuatro y seis. Tenía poca confianza para felicitarles, era la primera vez que venían, así que opté por el descuento''. ''Los padres dejaron 30 euros de propina a los camareros, supongo que se quedaron contentos'', añadió.
En cuanto a si volverá a repetir este acto generoso, Ferrari se muestra sincero: ''Lo haré con gusto si sucede lo mismo, pero no quiero que se considere como una promoción u oferta comercial''. El propietario lleva doce años de experiencia en el local y su clientela suele ser adulta, pero los domingos acuden muchas familias y destaca que no todos son iguales ya que ''a veces puede ocurrir que los niños se encierren en el baño y jueguen a tirarse agua. El problema es que molestan a los clientes. Otros se ponen a correr entre las mesas. Algunos padres me han dicho que el local es público y que pueden hacer lo que quieran".
En cuanto a si le gusta la 'invasión' de los más pequeños, Ferrari es claro: ''¡Por supuesto! Cuando vienen las familias para nosotros es una prioridad contentar a los niños y servirles primero, preparando platos que no están en el menú. Porque si los hijos son tranquilos, los padres pueden disfrutar de la comida''.