Unas 50.000 personas han marchado pacíficamente hasta el Parlamento en el centro de Atenas pidiendo al Gobierno que acabe con la austeridad y abandone las propuestas, que muchos ven como una traición del partido gobernante, el izquierdista Syriza.
Trabajadores del sector sanitario público han portado globos negros y una gran pancarta en la que se veía a una enfermera caminando con un bastón. "Esta es la jubilación a los 67", rezaba la pancarta, en referencia al aumento de la edad que contempla la reforma.
Tras separarse de la marcha principal, un grupo de jóvenes encapuchados de negro ha comenzado a lanzar piedras y cócteles molotov contra la Policía, que ha respondido con gases lacrimógenos y granadas aturdidoras. Algunos de ellos han roto paradas de autobús y han prendido fuego a un coche tras la marcha, durante una persecución entre ellos y los policías por las calles del centro de Atenas.
Tsipras, elegido por primera vez hace apenas un año, está atrapado entre seguir adelante con las reformas que le reclaman los acreedores o seguir granjeando las iras de miles de griegos.
"Recibo 740 euros al mes por 40 años de trabajo me manifiesto por mis hijos y mis nietos", ha explicado Nikos Ghinis, uno de los manifestantes a Reuters. "Nos han traicionado", ha denunciado George Stathopoulos, otro de ellos.
La de este jueves ha sido la segunda huelga general desde que Tsipras asumió el cargo en enero de 2015 con la promesa de acabar con años de austeridad para después tener que ceder ante la amenaza de expulsión del euro y aceptar nuevas reformas a cambio de un nuevo rescate de 86.000 millones de euros de la UE y el FMI.