A mediados del pasado mes de octubre Leyre, nieta, hija y sobrina de una saga de castañeros centenarios, como es la familia Martínez, tomaba las riendas de la famosa locomotora de la calle Comedias que durante tantos años se había convertido en una estampa habitual del otoño-invierno pamplonés. Por aquel entonces lo hacía con los nervios propios de haber asumido una responsabilidad tan importante en su familia y después de habérselo prometido a su abuelo Miguel fallecido durante este año. “Mi despedida hacia él fue especial. Sin que nadie lo supiese y sin haberlo hablado con absolutamente nadie, le prometí en nuestra despedida que la locomotora volvería a salir a las calles y que la gente podría seguir disfrutando de esta tradición tan bonita que han ido formando a lo largo de los años tanto mi bisabuelo como mi abuelo y mi tío en este puesto y mi padre en el suyo de la Plaza de Merindades”, recuerda emocionada en los micrófonos de Onda Cero.
Respaldo familia
Una responsabilidad que Leyre ha asumido en primera persona y que lleva a cabo gracias a la ayuda de toda su familia y de su pareja, Mariano Bericat, natural de Ejea de los Caballeros, donde se residen y desde donde se desplazan a Pamplona: “Estoy aquí con la ayuda física de mi pareja y también toda mi familia. Unos nos han ayudado a mantener la locomotora en pie, a tenerla preparada y lista para poder salir a las calles y cómo hay que hacerlo. Otra parte de la familia nos acoge en su casa del pueblo ya que nosotros ahora estamos viviendo fuera de Pamplona. Yo estuve ayudando y acompañando a mi padre cuando lo necesitaba y me ha servido de experiencia. La verdad es que la familia al completo se está volcando en ayudarnos”, sostiene.

Historias y recuerdos
La clientela no ha ocultado su alegría de ver de nuevo en la calle la locomotora de Comedias, esta vez con Leyre al mando, con quien recuerdan multitud de recuerdos de años pasados con el abuelo Miguel y Andoni al mando: “Es un trabajo duro, pero muy gratificante. Lo más bonito es socializar con la gente. Desde que estoy en este puesto me estoy dando cuenta de la cantidad de gente que venía. La gente recuerda a mi abuelo y a mi tío con un gran cariño y nos cuentan muchas historias. Me han traído fotos con mi abuelo de hace muchos años. Son cosas súper bonitas las que me cuentan y eso al final también me motiva a querer seguir con esta tradición”, cuenta Leyre sin ocultar su sonrisa.
Iusión continuar legado
Al tiempo que han asumido esta responsabilidad y han recogido el legado de su abuelo Miguel y su tío Andoni, esta castañera, que pertenece a la cuarta generación de la familia, prepara sus oposiciones para ser profesora al igual que Mariano, su pareja, prosigue con su trabajo diario en Ejea de los Caballeros. No obstante ambos, en la medida de lo posible, intentar proseguir con la bonita tradición de encender las brasas y seguir haciendo unas de las castañas más sabrosas de la capital navarra: “Mientras podamos y sigamos con la ilusión que tenemos ahora mismo, así como nos lo permitan nuestros respectivos trabajos o estudios, seguiremos adelante. Nos gusta ver las sonrisas de la gente y sus comentarios positivos”. “El otro día”, recuerda Leyre, “vino una persona y nos contó que venía aquí cuando era pequeño, luego venía con sus hijos y ahora con sus nietos”. “Estas son las tradiciones que no hay que perder y con las que disfrutamos”.
