Pero no solo dentro de los terrenos de juego, también fuera de ellos. Desde que acabara el partido ante el Girona no se han dado más que palos de ciego y pasos equivocados que estropean la imagen de la institución. Desde que saliera la convocatoria del partido, la corrección posterior, la mala gestión y las malas explicaciones sobre el caso, la sensación es de que el club vive interinamente una importante crisis de identidad y de gestión.
Lo cierto es que estoy tan desconcertado como el Barcelona. No entiendo qué ha podido ocurrir en los últimos tiempos para que el equipo se haya venido abajo de manera tan estrepitosa. Dió la sensación de que revertia la situación con dos buenos partidos y dos reacciones a tiempo en Europa, Oporto y en liga ante el Atlético de Madrid en un momento muy delicado. Daba la sensación de que podría ser el punto de inflexión para que el equipo fuera para arriba, pero el baño futbolístico y táctico del Girona y la derrota parecen haber vuelto a sembrar de dudas al equipo, a los jugadores , al propio entrenador y a la junta directiva.
Cambiar la convocatoria el día después y meter a tres futbolistas que habían quedado descartados por decisión del entrenador y mal explicado por todas las partes con distintos puntos de vista de Xavi y del propio Deco no ha ayudado a tranquilizar las aguas y el ambiente. La titularidad del polaco Lewandowski , que estaba fuera de la convocatoria el lunes, los minutos jugados por Gündogan, no han ayudado a aclarar el entuerto y han contribuido a generar mucha más confusión.
En medio de ese ambiente, el Barcelona, que necesitaba ganar confianza y sensaciones recibió una enorme bofetada de realidad en Europa, cayendo en terreno del modestísimo equipo belga del Royal Antwerp que pasa por ser, sino el peor uno de los peores de la actual liga de campeones. Los flamencos no habían ganado ni un solo punto en El campeonato y eran de los más goleados en las cinco primeras jornadas.
Xavi puso un equipo experimental a pesar del mensaje de la directiva, en el que el único positivo estuvo en el debut del lateral derecho Héctor Fort y la presencia de hasta siete canteros el 11 titular. Pero se evidenciaron nuevamente situaciones preocupantes, como el mal momento de forma de algunos jugadores que quedan altamente señalados como Oriol Romeu, que está en caída libre, y en picado en su rendimiento, Koundé, que comete numerosos errores en defensa, Lewandowski, que es una sombra auténtica de lo que era el Bayern de Munich, Balde, que ya no desborda como lo hacía la temporada pasada y así podríamos seguir casi con todo el 11 titular por completo. Solo mejora un poco el equipo en la segunda parte con la entrada de Pedri, un voluntarioso centrocampista el tinerfeño que intentó echarse el equipo, la espalda, aunque ya era demasiado tarde. La imagen en Europa ofrecida por el Barcelona vuelve a dejar mucho que desear y la sensaciones del equipo preocupantes a tres días de un choque tan importante como el de Valencia en el que en caso de perder el Barcelona se podría descolgar si no de manera definitiva muy significativa en la lucha por el título.
Lo de Mestalla cobra una mayor trascendencia tras esta derrota, que no solo no sirve de bálsamo, sino que echa más gasolina al fuego de una situación preocupante desde hace algunas semanas. El entrenador da la sensación de estar desconcertado y los jugadores no están dando la altura. Tampoco la directiva ayudó, generando una crisis pública que gestiono muy mal. Todo sabemos lo intervencionista que es Joan Laporta, pero me temo que en esta oportunidad ha calibrado mal las consecuencias.