Una mujer alertó a la Guardia Civil el pasado 5 de julio de que se encontraba en la zona de baño del pantano de los Bermejales y en el agua, a unos metros de la orilla, se veía el cadáver de un perro de gran tamaño.
Una patrulla del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil de Alhama fue rápidamente hasta la zona y comprobaron que efectivamente un perro flotaba muerto dentro del agua.
Al arrastrar el cadáver hasta la orilla, los agentes vieron que algún desaprensivo había atado un bloque de hormigón a las patas traseras del perro con una cuerda de unos cuarenta centímetros de largo. Al parecer habían arrojado vivo el perro al agua atado a la losa de hormigón para que se ahogara.
La Guardia Civil averiguó por el microchip que el propietario del animal era el ahora investigado. Los agentes del Seprona se entrevistaron con él y las contradicciones en las que cayó al tratar de excusar la desaparición de su perro y por qué no lo había denunciado, unido al carácter violento de esta persona, hicieron sospechar que había sido él quien ahogó intencionadamente al animal.