El Celta se encontró una carambola al poco de comenzar el partido: un taconzao de Santi Mina rebotó en Sergio Álvarez y la pelota rechazada colocó a Brais Méndez solo ante Dmitrovic. Ese fatalismo del Eibar le costó un gol, un tempranero tanto dentro de un primera parte con pocas ocasiones.
Sin un claro dominador, y pese al empuje del equipo vasco durante muchos minutos, el primer tiempo avanzó sin grandes sobresaltos para los porteros. El Eibar lo intentó con un disparo lejano de Bigas; respondió el Celta con un centro de Nolito que envió Olaza al poste; minutos después, en un córner mal defendido por el conjunto celeste, llegó un mal remate de Kike García; cerca del descanso, probó Kike García con un tiro desviado.
Eduardo Coudet reforzó su centro del campo con Okay, quizás para tener más control. Sin embargo, el plan del entrenador quebró al inicio de la segunda mitad. Una pérdida de pelota de Okay facilitó el gol del empate del Eibar, que aprovechó el error defensivo celeste para contestar con una veloz combinación Muto-Bryan Gil. Ese fallo del conjunto gallego cerca de su área -con gol del rival- se asemeja a los que cometió contra el Betis y el Villarreal en las dos jornadas anteriores.
El empate calmó al Eibar y estiró al Celta. El equipo de Eduardo Coudet adelantó sus líneas. Se apoderó de la pelota, creó peligro. El primer aviso fue un tiro desviado de Brais Méndez; luego, un centro de Olaza finalizó con un potente cabezazo a bocajarro de Hugo Mallo que despejó Dmitrovic; el portero volvió a ser determinante minutos más tarde para tapar un tiro de Brais Méndez.
El Celta no aflojó, pese a que, sin la genialidad de Iago Aspas, carece de pegada en ataque. Consiguió encerrar al Eibar, que resistió sin apenas apuros, salvo en la última acción del partido, una lejana falta colgada sobre el área vasca que, tras un cabezazo de Okay, dejó solo a Brais cerca del área pequeña para cerrar el partido con un disparo flojo.