OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Ahora Sánchez sí que querrá hablar de cómo debe ayudarle el PP a ser presidente"

Es el mismo Sánchez, aunque ahora que tiene él la iniciativa parezca otro. O se esfuerce en parecer otro. Tendiendo la mano al PP, predicando contra el frentismo, pidiendo a los demás partidos que no pongan vetos. Se ha puesto el traje de líder conciliador, suarista, ha tomado posesión del cargo de “propuesto” y ha empezado, en el primer minuto, a reclamarle al PP que le allane el camino a la Moncloa.

Carlos Alsina

Madrid | 03.02.2016 08:08

Hoy, como saben, empieza el cortejo. Ahora sí. Ya hay un candidato propuesto por el Rey, que no significa ni que acabe siendo presidente te ni que al Rey le guste más Sánchez que cualquier otro. Lo que anoche hizo el monarca es lo que, en buena lógica, le tocaba hacer. Ayer sí. Porque lo raro, raro, raro fue lo de hace dos viernes. La función que le corresponde al Rey —-empecemos por ahí—- y el sentido que tiene una ronda de consultas es ver qué candidato tiene posibilidades de alcanzar acuerdos y darle vía libre para que lo intente. Subráyese: lo intente. Ése es el sentido de la ronda, aunque el propio monarca, llevado por la confusión de este escenario inédito, lo perdiera de vista en su primera decisión hace dos viernes: proponer a quien sabe que no puede salir.

Lo de ayer, aunque disguste a muchos votantes del PP, a los críticos de Sánchez y a quienes temen que éste acabe encamándose con Podemos, lo de ayer es lo normal. Si Rajoy ni tiene apoyos ni quiere investidura y con Sánchez están por la labor de hablar Podemos, Ciudadanos y el PNV (hablar al menos), el rey le dice a Sánchez que se ponga a ello. Hablen, hombre, a ver si de una vez avanzamos. ¿Hacia dónde? O hacia una investidura que prospere o hacia unas elecciones de nuevo.

Resumen de la cuestión en versión pregunta-respuesta :

• Primera: ¿Lo de ayer significa que Sánchez va a ser presidente? Repuesta: no, en absoluto.

• Segunda: ¿Descartamos entonces que lo vaya a ser? Respuesta: no, en absoluto.

• Tercera: ¿Está hoy Sánchez más fuerte que ayer? Sin duda. Ante su propio partido, sobre todo. Nadie pierda de vista que juega una partida en varias pistas: si gobierna está salvado, pero si no, su batalla es repetir como candidato.

• Cuarta: ¿Está Rajoy más débil aún que ayer? En coherencia con la pregunta anterior, sí, está más débil. Aunque en su partido nadie vaya a reconocerlo nunca. Ahora es Sánchez quien tiene el balón, no hay comité federal que lo mate y es el PP, ahora quien tiene que dar respuesta a las invitaciones al diálogo, la negociación, los acuerdos y las bases parlamentarias amplias que le formule el PSOE. Si estaban dispuestos a hablar antes, a ver cómo explican no hablar ahora.

• Quinta: ¿Beneficia la nueva situación a Albert Rivera? Sí. En la medida en que aleja, o aplaza, las nuevas elecciones, revaloriza sus escasos cuarenta escaños y le permite ejercer el papel que mejor interpreta: casco azul pacificador siempre a la búsqueda de pactos.

• Y sexta: ¿e Iglesias? ¿Dónde queda Iglesias en esta función? Bueno, él sigue teniendo el tercer grupo parlamentario de la cámara, es socio —-por acción u omisión— imprescindible para que gobierne Sánchez. Pero ayer encajó un revés. La iniciativa de la negociación no la lleva él y Sánchez ha conseguido ser propuesto sin comprometerse aún a nada con Podemos. Sin responder siquiera, qué osadía, a la oferta de su vicepresidente in pectore.

Sánchez el malabarista consigue la mitad de lo que quería. La propuesta del Rey. La otra mitad era que antes Rajoy fuera lapidado en el Parlamento y en su partido lo enterraran, pero eso no lo ha conseguido. Le faltará, por tanto, a esta negociación que ahora inicia el prólogo, el impulso, de un fracaso mariano en toda regla.

Desde hoy le toca demostrar esa habilidad que el sí cree tener para lograr, con todos los pronósticos en contra, lo que parece imposible. Más síes que noes en el Congreso para llegar a la Moncloa. ¿Está seguro Sánchez de que lo conseguirá? En absoluto. ¿Le perjudica tener un mes por delante para sentarse cada día a hablar con los demás, a predicar las bondades del consenso, a reclamar que se abandone el frentismo etcétera. Ésta es la clave: que mal no le hace. En el mejor de los casos para él, será presidente. En el peor, se habrá afianzado como líder de su partido y, por si hubiera elecciones, otra vez candidato. Él hizo de estadista y los demás le torpedearon. Cómo no darle otra oportunidad electoral a quien tanto ha trabajado por levantar puentes mientras seguía con los platillos chinos girando y girando.

Objetivo primero y quizá, último: atraerse a Albert Rivera y firmar con él un acuerdo para hacer determinadas reformas. Demostrar que él sí es capaz de pactar con alguien, los demás no. Si luego Podemos y el PP, pudiendo dejar que la nueva pareja gobierne (a ver qué hace) se obcecan en bloquear la situación e ir a elecciones, que se retraten ellos. Recuerden que éste es un circo de dos pistas y en las dos se está jugando a la vez: una, por si acaba habiendo un gobierno; la otra, por si acaba habiendo elecciones y hay que armar un argumentario nuevo. En un mes pueden pasar muchas cosas. Hasta ayer era Sánchez quien decía “no y no”…

…y ahora busca que sean los otros los que se encastillen en el mensaje negativo. Ésta fue la mayor transmutación que ayer interpretó Propuesto Sánchez: desafiando la hemeroteca se permitió reclamar a los demás partidos que no se pongan vetos unos a otros, y antes de que nadie le recordara que fue él el primero en vetar al PP como partido de gobierno se despachó afirmando que nunca ha practicado el frentismo con los populares y que no es verdad que no quiera hablar con Rajoy. De hecho, es verdad, ahora sí va a querer hablar, de cómo debe ayudarle el PP a ser presidente. Mucho tienen que cambiar las cosas para que Rajoy contribuya a semejante cosa.

Hoy mismo se pondrá en contacto con todas las fuerzas políticas, dijo anoche Sánchez. Y el mayor morbo puede producirse cuando telefonee al PP y se lo coja Rajoy. “¿Qué quieres mi apoyo para qué, Pedro?"