Esther Pons, arqueóloga y egiptóloga, y comisaria de la exposición "El despertar a la vida. Infancia y adolescencia en el Antiguo Egipto", ha participado en el Especial de Por fin con Jaime Cantizano, emitido desde el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral de Córdoba. Durante su intervención, ha desgranado los detalles de esta muestra inédita que invita a descubrir cómo crecían, aprendían y soñaban los jóvenes en la civilización faraónica. "Nunca antes se había hecho una exposición monográfica dedicada solo a la infancia y la adolescencia en el antiguo Egipto", explica la arqueóloga, egiptóloga y jefa del Departamento de Egipto del Museo Arqueológico Nacional. C|||Siempre hemos tratado los faraones, los dioses o las personas importantes, pero esta parte de la vida, tan esencial y universal, había quedado olvidada La muestra, que abrirá sus puertas el 4 de diciembre en Córdoba, reúne casi 200 piezas originales procedentes de museos como el Egipcio de Turín o el de Bruselas. Muchas de ellas, asegura Pons, "no se han visto nunca, ni siquiera en el país de donde proceden", lo que convierte a la exposición en una oportunidad única para descubrir la cotidianeidad del antiguo Egipto desde una mirada inédita. La vida de los niños en el antiguo EgiptoEn su conversación con Jaime Cantizano, Pons detalla cómo la infancia ocupaba un papel central en una civilización profundamente agrícola: C|||Cuando una pareja se unía, tener hijos era fundamental. Cuantos más, mejor, porque la mortalidad infantil era muy alta. Tener descendencia significaba perpetuar la familia, pero también perpetuar el país Los egipcios daban gran importancia al embarazo y al cuidado de las mujeres. "Se cuidaban muchísimo los embarazos, sabían del riesgo de los partos y de la posibilidad de perder al niño o a la madre", recuerda. Una vez nacidos, los niños eran atendidos y socializados desde las primeras etapas: "Aprendían a ganar, a perder, a ceder… todas esas lecciones que luego sirven para la vida adulta" La comisaria explica que la adolescencia también existía como etapa diferenciada. "Había un cambio físico y simbólico. Los niños pequeños solían llevar un mechón en el lado derecho del cabello que se cortaba al llegar a la pubertad. Ese momento marcaba una transición: ya no jugaban a lo mismo ni se relacionaban igual". Sin embargo, esa adolescencia era "muy temprana", ya que "muchos jóvenes empezaban a casarse o a formar familia con 14 o 15 años". Diferencias entre niños y niñasEn una sociedad basada en la agricultura, las diferencias de género eran claras desde la niñez. C|||Los niños, a partir de los 10 o 11 años, empezaban a ayudar a sus padres en el campo, mientras que las niñas se encaminaban a las tareas del hogar, cuidaban a sus hermanos pequeños y aprendían progresivamente responsabilidades más complejas Piezas únicas y objetos cotidianos'El despertar a la vida' reúne piezas de un valor incalculable, muchas de ellas inéditas. "Quiero agradecer a todos los museos y colecciones privadas que nos han prestado sus piezas, sin ellos esta exposición no habría sido posible", subraya Pons. "Algunas permanecían en almacenes desde hace décadas. Poder mostrarlas al público por primera vez es un privilegio". Entre esas piezas destacan juguetes, utensilios y objetos personales que reflejan la vida cotidiana de los más jóvenes. "Los juguetes son sorprendentemente parecidos a los actuales", explica. C|||Hay caballitos de madera con ruedas, muñecas de trapo o madera, pelotas, canicas y peonzas. Son sencillos, pero transmiten ternura y cercanía: los niños de entonces jugaban igual que los de ahora El tintero del adolescentePons también comparte una anécdota personal que conecta la exposición con su labor como arqueóloga en Egipto. C|||Hace unos años, durante una excavación, encontramos a un adolescente enterrado con un tintero y sus cálamos junto a la cabeza. Posiblemente fue un aprendiz de escriba o un estudiante, y esas eran sus herramientas más preciadas Tiempo después, al preparar la exposición, descubrieron en el museo de Shabia "un tintero idéntico, de bronce y con tapa icónica, exactamente igual al hallado en Egipto". Un hallazgo que, según Pons, "refuerza la conexión entre la vida y los objetos cotidianos, más allá de los siglos". Dos mujeres al frente de una excavación Además de su trabajo en el Museo Arqueológico Nacional, Esther Pons dirige junto a su compañera Maite Mascor una excavación en Sirrinco, a unos 190 kilómetros al sur de El Cairo. "Somos dos mujeres dirigiendo un proyecto en pleno desierto egipcio, y nunca hemos tenido ningún problema", afirma con orgullo. La comisaria confía en que esta exposición conmueva al visitante y despierte reflexión: C|||Espero que a la gente de Córdoba y de fuera les guste esta exposición y se identifiquen con ella, porque hay muchos aspectos que no han cambiado en la humanidad. Y hay cosas que no van a cambiar… y espero que no cambien