Paella, chocos, migas, papas a lo pobre, pescadito frito... y así un sinfín de platos que se sirven en los bares con un buen vino o con una bebida.
Se dice que nacieron en la Edad Media cuando, para evitar que las moscas cayeran en el vino, se ponía un pequeño plato con un aperitivo de comida sobre la copa y así cerrarles el paso.
Desde es momento cada zona de nuestro país ha ido desarrollando costumbres o hábitos relacionados con la comida y, sobre todo, con la tapa, que suele ser un aperitivo con el que el hostelero agasaja al cliente.
Platos pequeños, de dos o tres bocados, de una receta de la zona ha sido siempre lo habitual pero en estos últimos días las tapas han sido objeto de debate, en concreto las que se sirven en Granada.
El alcalde de la ciudad, Francisco Cuenca, en el marco del certamen gastronómico "Saborea Sin Prisa Granada", destacó la calidad de las tapas, que llegó a calificar de alta gastronomía y añadió que se deberían pagar para así huir del reclamo turístico de Granada como "la ciudad de la tapa gratis". ¿Deberíamos los consumidores valorarlas más? En Por Fin no es Lunes hablamos con dos hosteleros de gran experiencia en la ciudad.
